domingo, 28 de diciembre de 2014

Lentes

Se sentó frente al especialista con el objetivo de poder solucionar aquello que tanto le molestaba. El oculista le puso un aparato similar a unos anteojos, solo que mucho más grandes e incómodos y sin ninguna lente. En eso, empezó el trabajo. El oculista le pusó una pieza opaca en su ojo izquierdo y una lente en su ojo derecho. -¿Podes ver?-, le preguntó. Ante la negativa, probó con otro lente y luego con otro, sin suerte. Luego del 5to lente, probó rotando. -¿Ahora mejor?-, insistió. Y nada. El oculista miraba asombrado y buscaba en un maletín repleto de pequeños cristales y volvía a probar. Nada. Tal vez solo un poco mejor, pero seguía sin poder ver. -Quizás sea quirurgico- se dijo a si mismo y al paciente, mientras rotaba la pieza opaca al ojo derecho y comenzaba la seguidilla de cristales en el ojo izquierdo. Repitió el aumento de graduación en tantos cristales como en el primer ojo. Y nada. -Quizás con laser- dijo, con tono de poca esperanza, -o existen otro tipo de tratamientos, más complejos, como los lentes intraoculares-. El oculista anotó en su agenda el día de la nueva consulta y en un recetario los pasos a seguir por el paciente. Una interconsulta con otro especialista, que viene desde Capital los primeros jueves de cada mes. -Él va a poder ayudarte- aseguró -Yo te espero después de eso, andá, no me debés nada- concluyó. El paciente cruzó la puerta y tomó la calle. Seguía sin ver la hora de verla.

viernes, 25 de mayo de 2012

No más tiros

No más tiros y a la trinchera, me dije. Y en ese momento me di cuenta que yo nunca supe nada acerca del arte de esperar agazapado, expectante. Que siempre fui bueno en las artes del combate cuerpo a cuerpo, en ir para adelante. Hubo veces que fui con mejores armas y obtuve buenos resultados. Otras veces fui con menos armas y hasta desarmado. De estas últimas me traje derrotas escandalosas, otras muertes dignas y en mi ley, pero también alguna sorpresiva victoria. Pero nunca, nunca supe nada de desensillar, de retroceder, de guardarme. A esperar en el pozo, sin asomarse. Y basta de tirar tiros. Me repetí. Porque las novedades en el frente no son buenas. Hay tropas ingresando, que no son las nuestras, al territorio deseado y llegan con ánimos y posibilidades de conquista. Y uno, que llega tan cascoteado, con tan pocas armas y con tantas guerras en la espalda, ya no resiste otro combate. Por eso hay que resguardarse. Asomar la cabeza en el fuego cruzado entre los otros dos frentes es perder. Cualquier bala te hiere de muerte. Sobre todo cuando ambas fuerzas en disputa tienen un aliado tan fuerte y que te conoce tanto. Gente con la que ya combatiste. Por eso es importante que la trinchera quede lejos también de las viejas guerras, de las balaceras. Ahora bien, puede pasar que desde la trinchera me toque ver como otros ganan mi batalla. Y ahí sí, seré un soldado en campo minado y conquistado por otro. Si eso pasa, me convertiré en el perdedor de la guerra y todos saben lo que eso significa. Voy a ser el tipo que, desde una trinchera y sin armas, ve pasar su objetivo de la mano de otro. Y si eso pasa, una bala me habrá alcanzado. Y seguro que por dentro me desangro.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Lo que no corresponde

Hagamos lo que no corresponde. Lo que está mal. Lo que nadie apoyaría que hiciéramos. Lo que no le gusta a nadie. Lo que nadie quiere que hagamos, porque no corresponde. Hagamos de cuenta que es cierto eso de que nuestra relación no se vive porque no corresponde. Porque en principio es así, no corresponde. No se puede. Porque en el medio hay mucha gente y algunas personas en particular. Porque fijarse en vos está mal y fijarse en mí está peor. Fijarse en mí está mal porque cualquiera lo sabe y está a la vista. Fijarse en vos está mal porque es casi un cliché. Y porque no corresponde. También podemos seguir como hasta ahora. Amigos y a los abrazos, aunque muchas veces eso tenga gusto a poco. Vos podes seguir con la mentira de que no podemos empezar nada porque no corresponde y yo puedo seguir con la farsa de que te creo. Es mucho más placentero y menos comprometido. Peor sería sentarnos a charlar y que me digas que no te pasa lo mismo, que no tenés ganas. Siempre va a ser mejor hacernos los distraídos y los buenos. Los distraídos a los que algo les pasa, poco, que no saben bien. Los buenos que no lo viven porque no corresponde. Eso es mejor. Aunque mejor es hacer lo que no corresponde.

martes, 13 de marzo de 2012

Taza

Lleva quince minutos con la vista clavada en la taza y por más que intenta no puede ver otra cosa que eso. Una taza. Entonces no puede evitar sentirse engañado. Porque está claro que en ningún lugar eso significa más que una taza, se dice, que no me mientan.
Levanta la vista. Está solo. Encima se fue, piensa. Vuelve a poner la vista en el fondo de la taza. Sigue sin entender. Se pone de pie y camina en dirección a la puerta. Vuelve sobre sus pasos. Mira a la taza desde otro ángulo. Es lo mismo.
Son pavadas, puras pavadas, concluye. Y toma la puerta en dirección a la calle. No va a creer en eso. Y si no, que alguien le explique cómo es que dice que ella no vuelve la borra de ese café.

sábado, 18 de febrero de 2012

Instrucciones

No te apures más. No bajes los brazos ante la primer negativa. No pongas como excusa a terceros. No te des gustos menores en el camino por más que parezca que es lo que te tocó. A veces conviene esperar para volver a intentarlo. No todas las puertas están tan cerradas como parecen en un principio. No todos los “no” son una sentencia. Siempre es mejor volver a intentarlo.
Siempre y cuando creas que vale la pena.

lunes, 13 de febrero de 2012

Cáscara

Todo lo que se ve es la cáscara. Claro que se trata de una cáscara fantástica y que conformaría a cualquier fulano. Todo lo que vemos y lo que conocemos es eso. Porque de eso se encargó durante años. Dedicó mucho esfuerzo en que nosotros creamos que esa cáscara es ella.
Entonces será fría como las peores mañanas del primario y dirá todo el tiempo eso que vos no querés escuchar. Hasta parecerá, por momentos, que disfruta reventando los globos de las ilusiones que despierta sin querer e inevitablemente. Probablemente le conozcas la sonrisa cuando te sople el castillo de naipes.
Yo creí durante años que eso era ella, a pesar de que el tiempo le trajo algunos matices. Aunque la haya visto cantar, cocinar y hasta quedarse quieta sin que parezca que está tramando algo. Tuve oportunidad, incluso, de verla contenta y que se le note. Hasta alguna vez se le escapó algún mimo.
Yo había decidido, en primera instancia, sostener todo vinculo por la llamativa belleza de lo que hoy se que es la cáscara. Después tomé cariño por esa que es en los momentos en donde parece que te toma con respeto y vos podes hablarle de igual a igual, sacarte el miedo.
Hasta que se abrió y me tocó escucharla. Y cuando digo “me tocó” aclaro, me tocó en suerte. Escucharla contar cosas de ella que nadie que no las sepa puede imaginárselas. Ver que todo lo difícil que es ella para mi, fue la vida con ella. Que se ríe de quien se rió de ella primero. Que está dando una batalla en silencio y la va ganando. Que se reconoce dueña de unos padres maravillosos. Que tiene una cicatriz pequeña en la cara y otra grande en el pasado y ninguna se ve, porque ella les ganó tapándolas para siempre.
Ahí la cuestión es difícil. Porque uno puede sortear cualquier encanto al verla pasar. Puede zafar de cualquier enredo incluso cuando se frena y te permite conocer algunos de sus matices. Yo venía sobrevolando el error de detenerme en ella. Hasta que vi partirse la cáscara.

martes, 29 de noviembre de 2011

29

Tener ganas de saludarte no es, ni remotamente, un plan premeditado de retorno a tus días. No se trata de volver a decirte que estoy, que soy este que te saluda y todos los años que estuviste conmigo y las mil cagadas que me mandé.
Que me acuerde de este día es inevitable para mi y puede ser incomprensible para vos, que si te acordás, sabrás que no recuerdo más de dos o tres fechas y resulta que una justo es esta y las demás ahora no me salen.
Entonces con el recuerdo puedo hacer varias cosas. La primera es disimularlo ante todos, hacerme el que no pasa nada; que la particularidad de este día es que mañana tengo que entregar dos trabajos finales para la facultad y hay de mi si no me apuro. Bien podría charlar esto con quien si charlo las cosas, que no es con vos desde hace mucho, pero no avisarte. No contarte que me acordé y pensé en vos todo el día. O no contarte que tengo la fecha marcada en mi cabeza y soñé varias veces hacer mil cosas para plantarme en tu vida y ver que tan fácil me sacás por estos tiempos. También podía estar haciendo esto que hago. Escribirle a este vos imaginario que es la hoja ya no tan en blanco y tampoco te vas a enterar porque no leías esto cuando estábamos juntos, ni por compromiso.
También podría llamarte y decirte que por los años, por los ratos, por el cariño, por los recuerdos, por las palabras, por la compañía y por todo lo que hiciste por mi y en mi, te deseo muy feliz cumpleaños.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Doña Tota

Existen personas a los que nada las cambia. Ni el progreso más inesperado y enorme las mueve de una manera de caminar el mundo. Que ningún brillo, ningún flash y ningún billete, sea del país que sea, puede hacer que les cambie la esencia.
Doña Tota era eso. Lejos de los lujos de las madres del dinero y el poder, siempre fue eso. Siempre fue Doña Tota. Y no fue una cholula mediática, ni una habitué de los quirófanos y los valores estéticos.
Siempre fue madre. Cuando en Fiorito decía que le dolía la panza a la hora de la comida y cuando su hijo repartía por el suelo a los rivales. Fue madre cuando a Diego lo endiosaban y fue madre cuando lo denostaron. Con la copa del mundo y en tribunales. Con los golazos y la cocaína. Con Caniggia y con Coppola. Su hijo siempre tuvo una madre.
Diego fue Diego porque estaba Doña Tota. Y esto va más allá de que pueden ser el ejemplo más irrefutable de que detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer. Doña Tota es el sacrificio argento de dejar todo por los hijos. Es el perfil bajo, la palabra justa y algunas cosas de las que Diego adolece.
Es la Virgen María del fútbol de todos los tiempos. Es silencio en las tribunas cuando se la recuerda. Es tatuaje en la espalda con un “Te amo”. Es el recuerdo de una madre que parió una leyenda y hoy se va, al cielo de los grandes.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Espejo

Cualquiera que la vea dirá que está preciosa. Porque efectivamente lo está.
Pocos sabrán que estar como está le costó varios cambios de ropa. Varios insultos al espejo y que su cara se ponga larga y su boca se le frunza en ese gesto llamativo cuando se muerde los labios. Dijo varias veces “yo no salgo” y puteó.
Algo hizo que salga igual, aunque no esté conforme con como se ve. Siente que no se peinó como corresponde, que la remera no es linda y los pantalones no le quedan. Mejor sería haberse puesto pollera o mejor aun no haber salido. Para no sentirse la peor de todo el grupo de amigas. La más fea de la noche.
Entonces no se explicará porque varios parecen mirarla. Rechazará a algún desprevenido que la saque a bailar y continuará bailando con sus amigas que son las que la trajeron, a los empujones, así de fea y mal vestida como ella se ve.
Así de preciosa como está ahora, yéndose. Ahora si un poco despeinada, menos arreglada. Pero contenta de haber salido, porque se divirtió o porque tomó un poco de más. O a lo mejor se va contenta porque hace ya un rato que no mira ese espejo que miró antes de salir. Ese mismo espejo que le devuelve la imagen tergiversada que ella cree. La que dice que es fea, que no está bien. El convincente espejo que en ella vale más que la mirada de todo el mundo. Que la ve preciosa, como ella no se ve.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Ni en fotos

Como Néstor hizo con el cuadro de Videla, ella bajo mi foto de su perfil. Duró unos meses su indulto y mi abrazo en su carpeta de imágenes. Tal vez los meses que pasaron entre que me borró de su vida, hasta que vio que esa foto continuaba ahí. Y la sacó con bronca y apuro, lamentando todo el tiempo que esa foto estuvo ahí sin corresponder. Y tal vez lamentó el tiempo que estuvo ahí y en los papeles correspondía.
La sacó. Ya no está. Esas risas cómplices de semanas de nuevos y, porque negarlo, desconocidos novios. Se perdió en la web, como se perdió en los días todo lo que unía dos años y pico después de la foto.
Hoy ya no hablamos ni por teléfono. No la cruzo. Y si la cruzo, es de lejos y desde lejos me saluda con una mueca. Porque eso no es sonrisa.
Hoy ya no la abrazo, ni en fotos.

viernes, 17 de junio de 2011

Epístolas (inesperadas)

Señora Patricia Walsh:
Como parte de la agrupación que lleva el nombre de tu padre y también de la facultad que entrega el ahora polémico premio a Hebe, quiero felicitarte por haber captado la atención de los medios oligopólicos. Cosa que ni la misma desaparición de Rodolfo logró.
Me gustaría, también, ya que se nota que tenes relación con esos medios, que pidas que de manera urgente se contraste el ADN de Marcela y Felipe con todo el banco de datos genético. Ellos quizás sean hijos de desaparecidos, ¿sabés?. Igual que vos.
Me gustaría que sepas, también, que el nombre de uno de los más grandes personajes de la historia no se mancha entregándole un premio a una embajadora de la paz que atraviesa un momento complejo. Del mismo modo que a ese mismo nombre no lo dignifica cualquier palabra y por cualquier medio. Por más que sea de una hija
Saludos.

Felipe


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Estimado Felipe, yo te voy a felicitar por haber captado mi atención. Seguramente pensás que Google no forma parte de poder alguno, y probablemente pensás que sos ajeno a sus intereses. Pero a través de Google,por ejemplo, leí lo que me escribiste, y me dio por contestarte, ya que me parece que puede ser de alguna utilidad. Sobre todo si estudiás periodismo en la ciudad de La Plata, la ciudad en la que Rodolfo, mi padre, vivió y también estudió. La ciudad en la que yo también hice la primaria, la secundaria, y viví hasta los dieciocho años de edad.
Yo me acostumbré, allá por los años 70, a considerarme trabajadora de prensa. No decíamos "somos periodistas". Decíamos "somos trabajadores de prensa." Y aunque no trabajo hoy para un medio de comunicación, puedo responder, por ejemplo, a los medios que - como las radios- se comunican a veces conmigo. Es fácil. Mi celular figura en internet. No me comuniqué yo. Me llamaron. Y atendí a muchos medios, sin siquiera seleccionar a quien le iba a responder, y a quien no. Ese es uno de los temas. Creer que los entrevistados son los que resultan responsables de la propiedad de los medios, a través de los cuales se comunica algo. Como yo soy de izquierda, y actualmente no soy oficialista, resulta poco probable que me llame un medio oficialista. Salvo Canal 7, que con alguna frecuencia me entrevista, ningún medio oficialista me está llamando. Ni por este tema ni por otro. Entonces, salvo que creas que yo deba quedarme callada, cuando no es mi intención callar, comprenderás que
seguiré tratando de comunicar lo que entienda que es necesario.
Con respecto a la desaparición de Rodolfo Walsh -yo tenía entonces 24 años, y no sé qué edad tendrás vos ahora- algún medio publicó algo. Fue por ejemplo el Buenos Aires Herald. Y el resto, no. "La censura de prensa..." dice el comienzo de la Carta Abierta a la Junta Militar. Como había censura, y yo no me fui del país, tipeábamos la Carta Abierta a máquina -máquina de escribir manual, con carbónicos- y la hacíamos circular con riesgo de perder la vida.
Lo hacíamos igual.
No sólo soy una hija de desaparecidos.
Soy desde los 17 años de edad una militante política.
También, y por ser hija de un desaparecido, como muchos otros hijos e hijas, durante cuatro años formé parte de la Agrupación H.I.J.O.S. Regional Capital Federal.
Me abrí en el año 1998, porque al año siguiente fui candidata electoral. Respeté y sigo respetando la militancia de mis entonces compañeros y compañeras, aunque podamos no coincidir.
En el año 2001 juré como diputada nacional.
En el año 2003 conseguí la nulidad de las leyes de punto final y obediencia debida.
En el año 2005 dejé la banca legislativa.
En el año 2007 volví a ganar una banca legislativa, nuevamente una banca de izquierda, como legisladora porteña, y en el 2009, cumpliendo con un compromiso de compartir esa banca, me retiré.
No soy candidata. No estoy en campaña.
Yo no me siento dueña de ninguna verdad absoluta. Pero sí tengo derecho a opinar.
Y lo hago cuando lo creo necesario. Es una costumbre. Y esta no es la primera vez.
Además lo hago con la esperanza de que la opinión que doy sirva para algo.
Quiero decirte que siempre exigí la recuperación de la identidad de todos y cada uno de los hijos/as apropiados/as. Siempre.
Y el tema excede largamente a los bebés apropiados por Ernestina Herrera de Noble.
Es más grave que eso, y todos los casos son importantes y urgentes y graves.
En cuanto al premio, que ustedes darán igual, opine lo que opine, porque esto no pareció importar en absoluto -nunca nos invitaron, por ejemplo, a compartir ninguna entrega de estos premios, ni a mí ni a mis hijos, o sea que lo hicieron y lo hacen sin tener en cuenta ni siquiera la posibilidad de invitar a los pocos familiares que sí tiene Rodolfo Walsh- quería que supieran que no estamos de acuerdo. No iremos. No estamos de acuerdo.
Las razones son las que expliqué por radio. Opino porque se trata de mi padre, porque soy militante de la lucha por los derechos humanos, y porque tengo derecho a opinar. Utilizan este premio para distinguir a quien, al menos por ahora, no se justifica premiar. Resulta insensato que en medio de estas dolorosas circunstancias alguien crea que en vez de razonar haya que aplaudir. Es equivocado. Tal vez cuando se editen en poco tiempo más las cartas que mi padre le escribiera a su amigo Donald Yates, explicando lo insoportable que era para él, un joven periodista y escritor, el clima asfixiante de los años 50, en la ciudad Eva Perón, ustedes se puedan reir, si tienen todavía algún sentido del humor. Mi padre despreciaba mucho a los alcahuetes. Y valoraba más a la gente con coraje.
Cada cual podrá elegir lo que le guste más. Y qué prefiere ser. Es la satisfacción moral de un acto de libertad. O exactamente lo opuesto. Convertirse por ejemplo en un soldado de la causa equivocada, porque para un periodista lo más importante es asegurar que se pueda opinar, y que esa opinión se pueda publicar y leer. Defender la idea contraria sería casi un absurdo, para quien sabe que este oficio es el violento oficio de escribir, como lo llamara Walsh. No porque él lo fuera, sino que siempre resulta violento denunciar, cuando lo que se quiere es silenciar la denuncia. ¿Se entiende? Ojalá que sí. Si el premio acompaña la idea de silenciar lo que se denuncia, y las denuncias son muchas, sería mejor que le cambiaran el nombre, y no lo llamaran Rodolfo Walsh. Pero mañana ustedes harán lo que quieran, y eso, la verdad, no me parece tan mal, si además de aplaudir pueden tratar de razonar. Y respetan, por ejemplo, a quien les dice simplemente que esta vez no estamos de
acuerdo. De eso se trata. Afectuosamente,
Patricia Walsh.

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Estimada Patricia:
Voy a continuar con este formato epistolar en el que, si bien no me siento cómodo, me encuentro feliz. No voy a negarte que me sorprende tu respuesta. No la esperaba. Entonces renuevo mis felicitaciones, esta vez por dejarte captar la atención por una “carta” tirada al vacio, como fue mi nota. Tampoco voy a negarte que me asusta ser googleado tan fácil y que me asombra esto, cartearme con vos. Que sos todo lo que me detallás en tu respuesta, que no lo ignoraba, y que sos además la hija de Rodolfo.
¿Cómo haces para llamar a tu padre todo el tiempo como Rodolfo Walsh? Es llamativo. Más allá del mito; a mí, que nunca me lo crucé ni por la calle, me cuesta no llamarlo solamente Rodolfo. Quizás desde el amor y la admiración que le tengo me haya convertido en ese Coronel que habla de Esa Mujer y dice “Es mia”. Y Rodolfo quizás sea un poco mío también.
Con respecto a si yo quiero que vos te quedes callada frente a los micrófonos, Patricia, te aclaro que no. Yo jamás pediría que te quedes callada. “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. Lo único que me hace ruido es por donde. Supongo que igual que a vos te debe parecer de mal, ver el nombre de Rodolfo Walsh premiando a Hebe, a mi me hace ruido ver ese apellido por esos medios, criticando la decisión de una universidad pública, de premiar a una de las Madres.
En lo que respecta al premio, Patricia, algunas concepciones. Vos crees que no es el momento de premiar a Hebe. Yo te preguntaría ¿Por qué no? El premio es por la comunicación y los derechos humanos. Me llamaría poderosamente la atención que tengas alguna objeción sobre las Madres en esos tópicos. Entiendo que algunos puedan verlo como oportunismo mediático. Pero vos, Patricia, me cuesta creerlo. No voy a negar que defendemos este proyecto Nacional y Popular. Para no entrar en controversias, voy a decir que defendemos (al menos) al proyecto que se define como tal y en donde las Madres han tomado un rol activo. Y quizás sea este premio un acto reflejo de defensa a las Madres. De la certeza de que no se tocan y los ADN no se negocian. Una manera de decirles que estamos con ellas. Porque creemos en ellas y en su manera de conducirse tantos años. Me dolería mucho desilusionarme, pero llamame necio, creo en Hebe y en su inocencia y no me siento un alcahuete por eso. Entonces, ¿Por qué no premiarla ahora? ¿De verdad crees que “al menos por ahora no se justifica premiar”? La idea del premio no es silenciar lo que se denuncia. Es sentar una posición, enfática.
También, siendo honesto con vos, comparto que tal vez guarde algo de provocación el premio a Hebe. Pero, detenete a pensar un segundo: ¿Provocación a quien? Si vos y yo estamos pensando lo mismo (perdoname por tantas preguntas) ¿No está bueno provocarlos? Y acaso ¿no fue Rodolfo Walsh, entre otras incontables cualidades, un provocador? Sus libros, su Carta Abierta. Admiro mucho a tu padre por el coraje. De dar testimonio en tiempos difíciles. Y nosotros estamos con las madres siempre y no las vamos a dejar solas ahora que el oligopolio las persigue con sus tapas y sus jueces.
Esas son mis razones. Desde ya, te agradezco que te hayas detenido a responderme. Habla bien de vos. Espero alguna vez encontrarnos para discutir este tema y cualquier otro.
Esto para mi, es un placer.
Atentamente
Felipe Alonso

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Bueno, dialogar aunque sea de manera inesperada nos distinguirá de quienes no lo intentan. Siempre es útil intentar comunicarse. Y como esto dependía de nuestra exclusiva voluntad, de escribir y de leer... lo resolvimos muy bien, no? Me gustó. Seguramente habrá nuevas oportunidades de hacer las cosas mejor, aún con muchas diferencias, dialogando aunque sea "de manera inesperada". Me encanta el título, y me hizo reir. Sorprenderá a quienes se lo cuente, cuando llamen y pregunten. Gracias Felipe por tu respuesta. Y saludo a Lucía por su página, y por avisarme que habías respondido!!! Cordialmente, PW.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Siempre


Hoy, a un año, creo que todavía no existe homenaje posible.
Que uno puede andar por ahí recordando tu compañía y tus empanadas y la cantidad de cosas maravillosas que hacias todo el tiempo.
Que sos parte de un pasado esplendoroso, de todos los recuerdos de chico que son los recuerdos más lindos.
Saber que hoy sos ese lugar en donde fuiste feliz y al que ya no podés volver. Que hoy sos el paraíso entonces, que no es otra cosa que esa. Ese lugar donde estuviste y no podés volver a estar. Yo hoy quiero que vos estés conmigo.
Y al no poder hacer nada mejor voy a repetir acá el epilogo del Libro Ruido del mundo, que es mi libro. Ese mismo que no conociste por tan poco y yo hubiera deseado tanto que conozcas.

EPÍLOGO




Cuando me subí de lleno a este barco, que es “Ruido del mundo”, dentro de la tripulación remaba conmigo una persona más. Que ya no está.
No porque haya abandonado el barco. Digamos que ¿Dios? El destino o vaya a saber uno quién, la puso en otro lado.
Y desde allá es esto que es ahora. El viento de cola de este barco al que le costo tocar puerto, por la inexperiencia de sus tripulantes.
Gracias por eso. Por darme una mano desde allá. Desde donde estés.
Porque hoy si creo que existe ese lugar, a donde van los que en la vida dieron tanto que se ganaron alas. Aprovecha tu hija, que se fue tan temprano, al flaco dale saludos y decile que por acá lo suyo todavía no cierra y no hagas renegar mucho a Toto, que acá tus hijos están bien. Mucho mejor. Porque están juntos.
Nosotros, tus nietos un poco más grandes, te recordamos casi con más risas que lagrimas, a pesar de que cuando te fuiste dejaste un hueco enorme.
Y en la cara de los más chicos de tus nietos, y en tus bisnietos me di cuenta que yo, cuando creía que ibas a vivir cien años me había quedado corto.

Gracias por todo abuela

Felipe

martes, 10 de agosto de 2010

Empedrados

Como no querer a alguien como ella. Si le sobran virtudes por todos lados. Casi que se le caen cuando camina y ella no las junta. Porque le sobran otras tantas.
Y así recorre las calles. Siempre prefiere las diagonales, porque acercan distancias. Y los empedrados. No sé porque le gustan los empedrados. Seguramente ella también ignore el porqué de su predilección por ese estilo de calles. Transita todas con soltura. Ni siquiera en pleno centro mira una vidriera. Busca paisajes y para peor, los encuentra.
En su cartera de hilo, cuya pobre terminación desvelaría a cualquier artesano, lleva de todo. Cosas de mujeres. Cosas. Pero siempre un libro entre esas cosas. Un libro cualquiera, que se repetirá durante dos días, quizás tres. Hasta que lo termine y deje su lugar a otro libro, y empiece a formar parte de su cabeza. En donde tiene más libros que en cualquier cartera.
Y vendrá contando cualquier genialidad y dará un beso que deja en la boca mezcla de un cigarro que fuma a las perdidas y Juan Gelman. Cuando te da un beso. Porqué bien puede venir con planes de no darlos. Porqué hay veces que se le ocurren cosas como esas y planta bandera en posiciones bélicas, que por lo pronto y por suerte, no la llevan a ningún lado.
O quizás llegue conmovida por algo que al mundo le viene pasando desde siempre, y aunque no lo ignoró nunca, hoy la perturbara más de lo común. Y se llenara de odio, maldecirá a todos y a todas las cosas. Ningún político valdrá la pena, porque la democracia no la vale. El Estado será un montón sogas que ahorcan y será deber de todos ir cortándolas. O no. No sé si sabe que es lo mejor. Pero entiende que este no es el camino y la acongoja hasta las lágrimas.
Así va caminando y ahí viene mientras es imposible ignorar que viene, porque las cosas que provoca no son cuentos. Y así comienza la intriga de que tendrá planeado, con que humor viene, con que humor llega. Que libro leyó y que le provocó. La adrenalina de que venga de visita algo fuera de serie. La necesidad de conservarlo. Por más que no venga por el empedrado y conozca de memoria el paisaje de esta última media cuadra, desde donde la veo y ella parece no verme.

sábado, 16 de enero de 2010

Explicación para quién la necesite


Dejo en claro, primero que nada, que se fehacientemente que no hay quien la necesite, a la explicación.
Pero por si todavia queda un lector de este blog quiero que sepa el motivo de mi desaparición, de mis no-posteos durante tanto tiempo.
Ruido del mundo dio un pasito más y es un libro. No es el blog en hojas. O no es sola y exactamente eso. Tiene otras cosas más y varias menos.
Dejo la invitación, para ese lector que todavía me queda, si es que existe y es desprevenido, para que consiga el libro y después me cuenta.
Y le digo también que quizás vuelva a postear pronto. Quizás. Pero no prometo nada.
Felipe

sábado, 25 de julio de 2009

Lejos


Lejos. Es difícil estar lejos.
Sobre todo cuando aprendiste a estar cerca. Cuando aprendiste, incluso, a considerar cerca distancias que antes parecían largas. Como 9 cuadras, por ejemplo. Antes no caminaba 9 cuadras sin pensarlo y debatirlo con el aire y mis piernas, por lo menos un rato. En cambio ahora, que vos y yo vivimos a 9 cuadras, cuando me dispongo a ir hasta tu casa arranco y salgo. Total, me queda a la vuelta.
Y hoy que hay muchos más kilómetros que antes cuadras de distancia entre nosotros, uno se encuentra inequívocamente lejos. Irremediablemente solo.
Es difícil estar lejos. Es feo estar solo.
Es difícil esperar y llevo semanas esperando.
Por lo menos conseguí pasar la peor parte, y ahora me metí en la semana que desemboca en nuestro encuentro. Aprendí a ver la última semana de distancia como el puente entre el tiempo que paso, donde no estabas, y el tiempo que viene. Donde probablemente no te vuelva a soltar. Y lo aprendí, para dejar la desilusión de la distancia una semana antes y meterme de lleno en la emoción de preparar el reencuentro. Aunque de esta manera la ansiedad es todavía más inevitable.
El próximo sábado te vuelvo a ver y espero que los días pasen volando.
Que no te de tiempo de terminar de sacar los temas con la guitarra, ni a mi de afinar la garganta y nos crucemos rápido.
Total las canciones, como todo en nuestra vida, nos salen más lindas sin ensayo y a dúo.

domingo, 5 de julio de 2009

S/W 38º 22' 39''


30 días
4 semanas y un fin de semana
720 horas
43200 minutos
2592000 segundos


Números, porque mis palabras no te gustan, que demuestran que un mes, es mucho tiempo.

sábado, 25 de abril de 2009

Anoche mi viejo y yo lloramos


Anoche mi viejo y yo lloramos.
Y no lloramos por un dolor que nos partía el alma, o los huesos. Tampoco mirábamos una película triste, de esas que uno mira como si no tuviera suficiente con la vida que lleva.
Lloramos de alegría.
Y como nosotros, lloraba Nano en su departamento y Alejandro en La Plata o Santiago del Estero. No los vi, pero no es difícil imaginarse que lloraban. Tampoco es complejo imaginarse la emoción incontenible de Graciela, Juan y Octavio desde el barrio 25.
O la de Alejo. Alejo y Valentín.
Ellos y otros miles lloramos anoche. Pero yo nombro a ellos porque los quiero y son en los primeros que pensé anoche, mientras lloraba. Y antes, mientras estaba nervioso y expectante con que suceda lo que ahora es verdad para siempre.
Y porque todos ellos la padecieron igual que yo. Que mi viejo y yo. Porque se bancaron la misma y única cargada que pueden decirnos. Pero que ahora ya no la van a poder decir más.
Entonces ¿quien me baja ahora de esto?. Si ya era optimista antes. Si mi viejo, Nano, Alejandro, Graciela, Octavio, Juan, Alejo y Valentín y otros miles, y yo, ya éramos optimistas antes, ahora somos eternos.
Y lloramos. Si, lloramos, de amor, de alegría. De que esta vez si. Y supera inmensamente la frustración de todas las otras veces que no.
Porque por fin anoche se nos dio.
A Nano, a Alejandro, a Graciela, Juan y Octavio, a Valentín y Alejo, a otros miles, a mi Viejo y a mi, se nos dio.
Porque anoche, San Lorenzo, por fin gano la Libertadores.



Texto, a la vista de muchos, optimista.
Yo, prefiero verlo como premonitorio

domingo, 12 de abril de 2009

Cicatrices


Las cosas no solo dependen de que uno le ponga voluntad, hasta el corazón. No siempre los objetivos llegan a buen puerto solo por el afán, obstinado, de uno. Mucho menos cuando se trata de algo de dos y hace fuerza uno solo.
Por eso, quedate tranquilo. Todo pasa. Porque la mina no era para vos, y es así. Se iba a caer por su propio peso más antes que después. Y se cayó. Y yo se que se te cae el mundo también. Sobre todo a vos, Leandro, que das tanto. Que le diste tanto a esto que al final no se dió.
Pero hay algo que te pinta de cuerpo entero. Algo que me dijiste ayer. Eso de que te dolía que la mina te deje por él, porque el tipo es una basura y la va a joder. Eso dijiste. Que te preocupaba que la jodan porque era una buena mina.
¿Te das cuenta, loco? Después de lo que esta mina te hace, vos te preocupas por lo que el fulano este, le pueda hacer a ella. Y eso es porque sos un buen tipo. Y porque la querías, obvio. Pero fundamentalmente por lo primero.
En lo personal, ya sabés, estoy con vos. En esta como en las demás. Pondremos el hombro y saldremos adelante.
Esto es un aprendizaje, vas a sacar cosas importantes. Aunque ahora te parezca que todo resta, que fue una porquería, que perdiste tiempo. El tiempo nunca se pierde cuando trascurre mientras uno hace cosas. Y vos a esta mina la amaste con locura. ¿Te parece poco?. Estuvo bien, estuvo mal. Para el caso es lo mismo. Vos siempre diste. Y aunque hoy sientas que tenes las manos vacías, si te fijas mejor te quedaron muchos premios de haber sido un tipo leal. Que dio todo.
Fíjate bien.
Están entre los costurones y las cicatrices de ese corazón enorme que diste y no te lo cuidaron.

jueves, 26 de marzo de 2009

A Clara hay veces que se le llenan los ojos de lagrimas


A Clara hay veces que se le llenan los ojos de lágrimas. Y ya no son pocas las veces.
Por supuesto que son muchas más las veces que se le llena la boca de risas. Porque sigue siendo Clara. Y Clara es Clara porque se ríe casi siempre.
Pensar que a ella le gustaba Mana por “En el muelle de San Blas”, porque le daba pena y melancolía. Y yo le discutía que ese tema era una copia barata de Penélope. Y ahora resulta que Clara es casi una Penélope, o la protagonista de la canción de Mana. Solo que su amado no es ni un caminante ni se va en barco. Pero se va igual.
Tampoco Clara lo va a esperar sentada, ni en Ezeiza ni acá. Pero lo va a esperar. Por lo menos por un tiempo. Hasta que se desilusione y deje de esperarlo. O en el mejor de los casos, hasta que él vuelva. Y ojala que vuelva, porque a Clara no le gusta esperar mucho. Y a mí no me gusta que se desilusione.
A Clara hay veces que se le llenan los ojos de lágrimas porque se esta preparando para cuando su novio se vaya a España. Entonces la melancolía la invade de saber que irremediablemente se tiene que ir. A su vez sabe que irremediablemente lo va a extrañar. Porque Clara es Clara porque extraña a la gente que se va y ella aprecia.
Clara recorre Buenos Aires y va mirando los lugares de este lado del charco, de donde supone que su novio no debería irse nunca. Por eso se le llenan los ojos de lágrimas. Y se le van a seguir llenando hasta que se vaya o hasta que por fin rompa en un llanto liso y llano. Hasta que se aburra de llorar y esperar.
Hasta que por fin le comuniquen que su novio vuelve y ella pueda mirar los paisajes de este lado del charco con sonrisas de ilusión.
Con la ilusión de quien recobro lo que le pertenece, para intentar quedárselo para siempre.
Pero por ahora, a Clara hay veces que se le llenan los ojos de lágrimas.


Para mi amiga
Por lo mucho
Que la quiero

lunes, 9 de febrero de 2009

Seguir durmiendo.


Yo antes creía que no había sensación más linda que la de apagar el despertador y seguir durmiendo. Hasta ayer creía eso.
Creía que el momento perfecto en la vida era, al menos para mí, ese instante donde decidís cortar el ruido estridente y continuar con tu descanso y tus sueños.
Apagar ese despertador para el resto del día. Porque si uno tan solo posterga el bochinche para otro rato, para dormir un poquito mas, el tiempo inevitablemente transcurre y el momento precioso, inmaculado se quiebra en gritos desesperados de despertador. Estalla el cristal, se rompe la magia. Además cuando uno solo posterga el sonar del despertador sabe entre-sueños que la alegría, como en casi todo el resto las circunstancias de la vida, se rompe indefectiblemente de un momento a otro a causa del tiempo.
Apagar el despertador para el resto del día te da la plenitud de hacer morir las responsabilidades. Uno se vuelve a dormir con el regocijo de darse un gusto.
Hasta ayer creí que esa era la sensación más linda del mundo.
Pero hoy ya no lo creo.
Porque hoy volví a verla. Y en su momento creí que no la iba a ver más.
Pero hoy parece que la vida por fin me tira un centro. Parece además darme la oportunidad de aprender a cabecearlo. Esta vez, parece, tiene pensado dejármela a mano. Dejarla cerca para que cada vez que yo quiera y ella pueda nos veamos.
Porque diez días es muy poco tiempo para disfrutar de alguien que se parece tanto a un tesoro que hay que conservar como poco a las otras personas frecuentes.
Ayer la vi y sabe Dios la cantidad de veces que soñé ese momento. Saben muchos de mi impuntualidad a causa de apagar el despertador para seguir durmiendo, porque estaba soñando el encuentro de ayer

sábado, 20 de diciembre de 2008

Suerte


Suerte en el examen. La matemática es puta, podes saber un montón pero si justo esos problemas no te salen fuiste. A otra cosa, a marzo. Así que suerte. Entra a rendir tranquila, relajada. Pregunta todas las dudas que tengas. Siempre algo a los profesores se les escapa. Más si es a una alumna tan buena como vos, que se la llevo de casualidad por la porquería esa de los integradores.
¿Te dejan usar las formulas? Entonces mas a mi favor. Revisa si la aplicaste bien hasta que estés súper-segura, y revisa una vez más después. Tomate tu tiempo.
Bueno corto así no interrumpo más. Te dejo este último ratito para repasar.
Era solo para esto que llamaba. Me lleve matemáticas toda mi vida, así que te imaginaras que de rendirla en diciembre se bastante.
Te dejo esos consejos solos, de amigo.
Ahora si, corto. Ya lo dije hace un ratito y no corté. Me gusta hablar con vos, aunque sea por teléfono y para desearte suerte con un examen.
Corto, corto. Chau che.
Era eso solo, desearte suerte con el examen. Porque debes estar nerviosa. Y por eso te deseo solamente suerte y no digo más nada.
Porque supongo que por eso de los nervios te olvidaste que ayer fue mi cumpleaños.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Fuerza Gordo


Fuerza Gordo. No es un consuelo. Ya sé. No es un alivio. O si.
Mal de muchos consuelo de tontos. Dicen. Y vos no sos ningún tonto. Pero este mal si que es de muchos. De nosotros por lo menos. Tus amigos.
Ojalá no caiga en lugares comunes. Que la emoción de escribirte no me lleve a decirte cosas que ya sabés y no tiene sentido repetirlas. O si. Estamos con vos. Ya sabés.
Y vamos a estar siempre. Anda sabiéndolo.
Porque el dolor es inmensamente mayor y nosotros no lo podemos tapar. Pero tampoco se trata de eso. Ahora se trata de vos. Y de nosotros y nuestra labor de amigos para estar con vos. Porque te lo mereces.
Vas a salir adelante, esta claro. Estamos nosotros. Estas vos. Y esta él, que te cuida.

domingo, 26 de octubre de 2008

El Facundo (civilización y el Indio)


Ayer en capital me di cuenta que te extrañaba. Porque me acordé que no me gustaba capital. Y no es que ahora me guste, pero me la banco más. Pero antes no me la bancaba ni medio. Por eso elegí Junín para estudiar.
Y en eso de Junín tenés que ver vos. Porque vivía con vos.
Acá, en capital, me di cuenta que te extrañaba. Compartiendo unos días con mí hermana.
Y no es lo mismo Facu, no nos llevamos igual. Con vos era todo mucho más fácil. Y cuando digo fácil, digo también divertido.
Entonces ayer mismo caí en la cuenta de que no va a haber más chorizos del Cola ni un tano insoportable en la casa de al lado. Que jamás va a existir otro equipo de música que alterne Los Redondos con Soda y las canciones de Callejeros con las de Drexler, como el tuyo.Que nadie del mundo se anima a cortar la paz de la medianoche, como nosotros, a carcajadas escuchando a Dolina.
Que no existen dos tipos que canten a dúo y acompañen tan bien al negro Oro, aunque piensen que es un viejo facho.
Porque me di cuenta que nadie prepara el jugo Tang como vos y que nadie usa la olla Essen como yo. Que nadie, en el siglo XXI, deja siempre la puerta sin llave como nosotros (total, ¿que nos podía faltar?).
Me di cuenta, también, que desde que dejé la carrera nunca más nos juntamos a tomar unos mates. Y tus mates se merecen un paréntesis importantísimo. Nadie, y esto si que es seguro, ceba mejores mates que vos Facundo. Pero nadie.
A ver si te hace acordar a algo. Mesa, mantel, luz que entra por la ventana, através de la cortina de juncos. Vos cebando mates, yo comiendo masitas con pate. De fondo el equipo sonando bajito y nuestras charlas. Vos contándome alguna genialidad del Indio, yo contándote detalles del escote de alguna compañera de Derecho Político.
Fotocopias resaltadas con amarillo desparramadas por la meza y tiempo. Tiempo que pasaba sin que ninguno de los dos estudie demasiado.
Esas eran nuestras tardes.
Y yo extraño esas tardes.
Ayer me di cuenta.

miércoles, 30 de julio de 2008

Camino a Roma


Hoy caí en la cuenta que no existen días en continuado con vos. Que se podrá dar que pasemos una tarde juntos, o dos. Pero cada un tiempo muy largo. Y nunca supe, a ciencia cierta, si sé esperar.
Creo que una vez esperé algo. O a alguien. Pero no me acuerdo.
Lo que no sé, tampoco, es si se puede esperar algo que no es seguro. O sea, uno espera que llegue navidad, por ejemplo, porque todos los 25 de diciembre llega. Pero no se si se puede esperar algo de lo que no se tiene certeza. Lo que es seguro es que no es sano. Por lo menos no es sano vivir esperando algo.
Y sin embargo te espero. O espero el momento en que podamos compartir esas tardes juntos.
Espero entonces.
El momento en que por fin me digas que vos buscas lo mismo que yo. Para buscarlo juntos.
Para que deje de una vez por todas de ser el viernes que te ví. por última vez.
Te espero entonces. Y propongo también.
Propongo que hagamos nuestras vidas, completas, austeras. Pero prometiéndonos desde ahora un tiempo para estar juntos. No importa cuando. Pero hagamos esa promesa que me permita soñar con estar juntos. En la cima vertiginosa del tiempo. Donde yo me calzo la ropa dorada y soy anillo y vos mi perla. Juntos aunque en ese tiempo signifique solo tomar café y mirar pasar la vida. Masticando bronca porque te encontré, a pesar de sus vueltas.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Desvelo


Apago la computadora y me acuesto. Me levanto enseguida, prendo la computadora y mientras espero que arranque preparo un café.
Aparece de fondo de escritorio la tapa del último CD de Drexler. Todo en orden. Abro el Word. La enorme pagina en blanco rodeada por dibujos, botones, cosas que no voy a entender ni usar nunca.
Todo eso y estas palabras para redondear lo que esta pasando ahora. Lo que soy en este precioso momento. Yo sentado, dispuesto a escribir.
¿Sobre que?
Algún lector de esos intrépidos, rápidos, que me conozcan sabrá que la pregunta no es exactamente esa. La pregunta es ¿sobre quién?
Porque, el cuando, es ahora, esta claro. Este texto se desarrolla conmigo, con cada una de las letras. Incluso las que borro.
Soy este, encorvado sobre el teclado, con la nariz casi pegada a la pantalla. Con dolor en la espalda, en alguna muela. Con los dedos digitando letra a letra casi sin equivocarse, a pesar de tener la vista fija en la pantalla.
Soy quien hizo todos los escritos en Ruido del mundo. El que vivió todo esto. Pero ya no soy el mismo.
Soy el que lo sintió, pero ya no lo siente. Porque ya casi no siente.
Y en este desvelo donde soy esta cara iluminada de frente por un monitor y de costado por la poca luz de luna que se cuela por la persiana. Donde nada pasa y todo cambia. O lo que pasa es que nada cambio y las cosas que creo enterradas vuelven y me despeinan.
Hoy vuelvo a romper promesas, porque de quien escribo, prometí no volver a hacerlo.
Que de tanto pensar en mi pasado mi presente es tan solo ser este tipo que escribe y escribe, letra por letra un texto que es solo el preámbulo de una confesión.
Soy lo que esta entremedio de esta frase y el silencio.

Cada vez la extraño más

sábado, 22 de marzo de 2008

Federico se fue a estudiar


Federico se fue a estudiar y viene poco.
Viene poco por que La Plata queda lejos, es un viaje largo. Es caro, no es fácil venirse de La Plata.
Pero este fin de semana vino. Porque es largo. Tiene el jueves y el viernes libre. Tiene el sábado y el domingo y además el lunes. Se justifica el viaje.
Esta estudiando ingeniería y yo creo que va a ser ingeniero. Porque lo conozco. Se lo que hace cuando tiene una meta. Se de su sacrificio. Y se también las cosas que no hace cuando tiene una meta. Como bajar los brazos, por ejemplo.
Si me concentro puedo imaginarme una casa grande y celeste. De dos pisos y cuatro ventanas que dan a la calle, dos en cada piso.
La puerta es blanca y esta cerrada. La casa luce, como un prendedor, una placa dorada hecha de esfuerzo que reza Federico Golfetto, Ingeniero. Cuando descubro eso, la puerta se abre. Como se abren siempre las puertas de la casa de un amigo.
No me hace falta concentrarme para recorrer la casa. El piso es cuadriculado. Negro y blanco, como un tablero de ajedrez. En una punta esta Federico con su novia Florencia como el rey y la reina. Se que es ella porque conozco la mirada de Federico y todavía le brillan los ojos cuando mira a Florencia. Como cuando me contaba que se había enamorado mientras la miraba charlar con sus amigas del otro lado la de plaza.
La casa es un simple cuadrado. Ellos en una punta, yo en la opuesta. No tiene demasiada importancia. Él se las arregla para que no necesite estar cerca para verlo con una sonrisa enorme.
Porque él me enseño eso.
A verlo sonriente a pesar de que esta lejos.

La suerte que te mereces, el éxito que te toque y un simple gracias que resume lo que sos con parte de la admiración que te tengo.




* El siguiente texto fue creado por Federico Golfetto. Y me parece correcto que cierre el escrito que hice para él.


Buen momento para preguntarse que hacemos con 18 años tratando de llevar adelante nuestra vida independientemente de la familia, si hasta hace muy poco tiempo la vieja le hacia todo; lavaba, planchaba, cocinaba, hacia la cama, iba al super, entre otras cosas; y papi nos daba la plata para salir, cuando tenía.
Pensar que con 18 años para algunas cosas sos grande y para otras muy chiquito. Pensar que te juzgan y te apuntan por todo, o por casi todo. Pensar que te vas a vivir solo. Pensar que crees que te las sabes todas y cuando vas a cocinar unas salchichas el agua se te pasa, o las sacas crudas, o peor aun, reventadas. De todo eso se aprende mucho, sin dejar de lado la diferencia entre la escuela secundaria y la facultad. En el colegio secundario muchos terminamos diciendo “Profe”, en la facultad es como tu profesor quiera. En la escuela secundaria nos daba vergüenza hablar delante de todos nuestros compañeros a la hora de dar una lección, y éramos 30, ahora esperamos que se vaya esa vergüenza porque somos 180 y desconocidos. El “Padrino” del curso ahora es el “Titular de cátedra”, y sin ir mas lejos la practicante, es ahora, la jefa de trabajos prácticos.
Nunca podemos olvidarnos de nuestros amigos, siempre van a estar. Ellos son los que si te molestan te ayudan a sentirte bien y sabes que siempre vas a poder contar con ellos, mas allá que haga 30 años que no lo ves, siempre van a estar.
Y como olvidarse de la primera novia, en ese momento sentimos, como muchos dicen, mariposas en la panza. Fue, es y será inolvidable.
Pero bueno, como dice la canción; el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos…
Yo diría que el tiempo está pasando y ojalá que me ponga viejo…

viernes, 11 de enero de 2008

Mil Palabras en la Boca.

Acostumbrado a vivir de desamores no puedo apreciar este momento de paz. De tanto pelear por causas perdidas llega el momento de replantearse el porque de mi lucha.
Todas libradas y perdidas, porque no gane ni una.
Llevo escritas miles de palabras en las que no pude enarbolar un solo triunfo.
Tengo que parar, y cuando pienso en parar aparece alguien. Y ahí vamos de nuevo.
Una nueva persona a la que tengo que decorar con palabras.Pero esta vez tiene algo de distinto. Puedo escribir en presente. Generalmente escribo en pasado, porque todo lo que tuvo importancia en mi vida es parte de mi pasado. O casi todo.
Y cuando toco fondo vuelvo un rato al presente a ver por mis costados, imaginar mi futuro. Darme cuenta que para salir a la hermosa superficie del presente hay que tomarse de la mano de alguien que habite en el. Y yo que estoy acostumbrado a entrelazar los dedos con gente del pasado que me esconde su mano, me doy una vuelta por el presente.
De nuevo una extraña suerte me convida con alguien, que irremediablemente pasara a ser pasado. Yo se eso, no lo ignoro. Pero vuelvo a cerrar los ojos y me lo niego. Después de todo alguna vez tendré la suerte de armar los cimientos de un futuro.
No quiero creer que debo acostumbrarme a que todo lo importante del presente vaya camino a ser enterrado irremediablemente en el pasado, por una especie de designio.
Yo quiero creer que hay algo mejor para mí, que no siempre voy a tener que olvidar.
En este presente aparece ella. No pienso en el futuro, pero desde ya me niego a que forme parte de mi pasado. Que se quede ahí por ahora, en el presente.
Yo se de duelos sentimentales y casi me acostumbro al dolor suave y en el pecho de las causas perdidas. No se de cómo pensar en un futuro con alguien, es cierto. Pero a lo mejor ella sabe y me enseña.
Me estoy volviendo a equivocar, yo se, no me lo digan.
¿Estoy escribiendo pronto sobre ella?
Puede ser, pero en una noche como esta no me puedo quedar con mil palabras en la boca.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Te quiero-te extraño-perdón


Otra vez con un dolor en el pecho y mil rosas imaginarias.
Un dolor por lo que te extraño y una rosa por cada vez que te necesite.
Tres perdones que valgan por todo lo que me tenes que perdonar, que no te dije antes porque las palabras, tiradas al vació, se las lleva el viento.
Te regalo palabras, todas las que quieras. Extrañas y simples. Palabras que hablan de vos. “Te quiero-te extraño-perdón”
Te regalo silencios que aturden, los ruidos del mundo. Mis sueños cada mañana para que los desayunes.
Mis esperanzas, mis deseos. Mi talento, si es que tengo, lo pongo todo para vos.
Mis oídos para que escuches lo que digo. Mis ojos para que leas lo que no digo, por miedo, y por eso lo escribo. Por eso escribo, porque no soy suficientemente valiente como para hablar. Te doy también mi valentía, que no es mucha ya te digo, pero es tuya desde ahora.
Mis días completos, te los doy. Te doy mi verano. Mi arrepentimiento por haber jugado con fuego y mi dolor por quemarme. Son tuyos.
Te doy todo mi tiempo y mi reloj para contarlo.
Mi tristeza si no te veo, mi impotencia cuando te veo. Te las doy.
Lo mejor que tenga de mi, te lo doy. Lo peor, prometo que lo tiro.
Te doy todo menos mi carta de renuncia a vos, a extrañarte y a pedirte de nuevo perdón, hasta que por fin, me perdones.

martes, 6 de noviembre de 2007

La cuenta-cuentos y el escritor


Él le dijo que viniera, quería mostrarle que el mundo giraba por si mismo. Quería mostrarle que no hacia falta que ellos dos estuvieran donde el común de las personas debían estar. Porque ellos no eran comunes.
Eran dos alfiles en un tablero, queriendo ser Rey y Reina y que no los encasillen. Ellos no quieren comer a nadie.
No soportaban la idea de que alguien los mueva. No creían en dios.
Exhibían sus dedos, con la esperanza de que alguien se acercara a tocarlos.
Ella leía en voz alta los cuentos para que él los escuchara. Él escribía en silencio los cuentos, para que ella los leyera. A ella le gustaba que sea su propia voz, la que pronuncie esas palabras divinas. A él le gustaba que sus palabras fueran pronunciadas por esa voz divina.
A ella le gustaba pensar en lo que podía aprender de él. A él le gustaba aprender a pensar en ella.
Ella tenía todo para dar. Él necesitaba recibir.
Ella siempre había intentado hacer las cosas bien. A él todo le había salido mal.
Ella le temía a la oscuridad. El llevaba años tratando de ver la luz.
Ella esquivaba los techos para seguir creciendo. A él le temblaban los huesos de no crecer.
Ella ve a un amigo en él. Él esta enamorado de ella.

( A la Bella Durmiente)

lunes, 22 de octubre de 2007

(en) El dia posterior

Lo escribo dos horas y diez minutos tarde.
Estoy escribiendo 2 horas y diez minutos tarde, mis casi 19 años de experiencia a su lado.
Porque ahora ya es lunes, y su dia fue el domingo.
Porque no puedo cumplir con las cosas a termino.
Y porque hace años que vengo pensando en escribirle. Desde que empecé a rayar las hojas con crayones. Supongo que no fue casual que las primeras letras que encadené ensayen un MAMÁ.
Pero ahora, que hice de la escritura prácticamente un oficio, me decido a hacerlo. Me decido a escribirle.
Aunque tengo tan poco que decirle.
Porque se lo dije todo. Si hay algo de lo que generalmente puedo ponerme orgulloso es de decir las cosas que siento. Puedo sentirme orgulloso de ser frontal. Puedo sentirme orgulloso de eso, y de mi Mamá.
Porque nunca se dio por vencida, aun cuando la dieron por vencida. Cuando la ahogaron. Cuando la creyeron fuera de combate. Se levanto y peleo. Se levanta y pelea, todas las mañana.
Aunque llore y se frustre por no haber podido darnos todo lo que quería. Por no tener un auto que prestarme, una casa propia.
Aunque se despertó a los cuarenta y tantos y no tenia mas familia que nosotros. Porque la cagaron. Porque creyó y la cagaron.
Se levanto. Y se va a levantar mañana también.
A remarla viejo, como siempre. Porque ella es así, no baja los brazos.
No creyeron en ella cuando de grande encontró su vocación. No creyeron. Yo creí.
Yo creí y estoy orgulloso. Porque se recibe, ¿saben?
Ayuda, siempre ayuda. Ella siempre ayuda y por eso siempre esta rodeada de amigos.
Y aun cuando hay gente que se empecina en que no lo sea, ella es feliz. Porque aprendió a hacer le ecuación que transforma lo poco en mucho. Porque aprendió a trasmitirla, la enseño. Y nos hizo felices en navidades donde no tenía un peso. Me hizo ver que se muñeco que me regalaba era mucho mas útil que la bici que quería y no pudo comprarme.
Porque va a estar siempre.
Se va a levantar y va a mostrar durante todo el dia que ella se sobrepone. Que es mucho más que los que la quieren hundir. Que es mucho más que ella y su auto boicot. Les va a enseñar que el mundo gira y que ella puede seguir el ritmo y no se va a bajar por nada del mundo.
Porque tiene muchos años por delante, y mucha fuerza para afrontarlos.
Aunque les duela a algunos.

lunes, 17 de septiembre de 2007

La voz del pasado, que se presenta (cambiándome el futuro)

Cuando miro las tres fotos que quedaron de nosotros hay algo que indefectiblemente no me cuadra. El presente.
Hasta ayer me felicitaba por eso.
Si mal no recuerdo, hice grandes esfuerzos para no perder la cordura irremediablemente por ella.
Entonces, hasta ayer, mis esfuerzos habían dado resultado. Ayer yo no me acordaba de ella.
Ayer me levante y comencé el dia sin acordarme de ella, ni de su cara. Ni de lo que me gustaba pasar los pocos segundos, en que nos veíamos, con ella. Durante el desayuno tampoco, ni durante el almuerzo.
En ningún momento del dia se me cruzo ella por la cabeza. Incluso en la noche, donde generalmente me asaltan pensamientos, ella no dio ni siquiera un fugaz paseo por mi mente.
Me acorde de que mañana tenia ensayo y que las cuerdas de la guitarra estaban viejas. Del parcial de lógica el miércoles. Del traidor y su novia o mi amigo y mi ex. Hasta tuve tiempo incluso, de pensar si había cerrado con llave la puerta de casa.
Haciendo memoria, de un largo tiempo a esta parte, ella no estuvo en mis pensamientos ni un solo segundo.
Pero hoy si.
Hoy apareció, con su belleza, a reclamar la atención que otras le robaron.
Vino a pedirme que la saque de mi pasado a dar unas vueltas por mi presente.
Hoy apareció, con su soberbia, a eclipsar lo que hubo en mí, después de ella.
Vino a pedirme que crezca, y que si la quiero olvidar que esta vez lo haga de verdad.
Porque hoy, con la paz que ahora recuerdo, viene a destruir de un soplido el castillo de naipes de mi olvido. Desparramando por mí casa las cartas, todas de corazones.

martes, 4 de septiembre de 2007

Una Flor y cuatro letras (En el día D)


Creo que pasaron dos años.
Dos años desde la primera vez que la vi. Dos años tarde en conocerla.
Creo que mi tardanza tiene una justificación posible. Esos dos años no fueron una demora mía, si no un crecimiento continuo y acelerado de ella.
Si, debe ser eso.
Yo conocí una persona hace dos años, que se trasformo. Creció, maduro, se convirtió en algo que se parece muy poco al resto de las cosas.
Le sobra lo que todas tienen. De todos lados.
Pero eso no es lo mejor. Lo mejor es lo que tiene que las demás no.
Porque no solo es un merito ser un poco mas linda, de cualquier rincón de donde la mires, que las demás. Lo fantástico es lo otro. Que le alcance para ser más que las demás solo abriendo la boca y hablando. Hablando o sonriendo. Sonriendo mientras habla, y te mira profundo.
Porque es una chica saturada de virtudes. Y aún cuando se arriesga a permitirse equivocarse, se me hace imposible, vislumbrarle un error, un defecto. Algo que me advierta de sus lados débiles. De sus caras mas grises, o menos brillantes.
Porque no hay mas, y créanme que busco. No hay más, porque no se puede.
Del mismo modo que yo no puedo tener a alguien como ella al lado. Como tampoco voy a permitirme tenerla demasiado lejos.
Porque soy como los chicos y caprichoso les advierto que la vi. primero. Primero que nadie. Porque nadie la ve como yo. Con estos ojos. Con esta admiración.

lunes, 27 de agosto de 2007

Garabatos con su nombre

Frente a las hojas en blanco hay muy poco para hacer. De un tiempo a esta parte, todas se empeñan en agredirme.
Porque invitarme, sutilmente y en silencio, al oficio constante de escribir sobre ella, no es otra cosa que provocarme. Meterme el dedo en la llaga.
Convertirse en un cuadro de ella, que hay que descubrir, escupir y tapar con palabras. Hasta que no se le vea la cara. Porque no la quiero ver más.
Eso hacen las hojas de un tiempo a esta parte. Me provocan.
Y es por esta actitud que tomaron conmigo las hojas, que yo me comporto como lo hago. Cada rincón que me ofrecen termina por encarcelarme. No es que yo me empeñe en no dejarla ir de mis pensamientos.
Quisiera que sepan, pobres infelices ellas, que en poco tiempo ya no voy a rayarlas más con mis palabras. Las voy a dejar en blanco.
No voy a escribir mas en ninguna hoja que me ofrezca hablar de ella. Porque ya no hay nada más que hablar.
Si no fuera porque estoy haciendo esto para que las hojas se den por enteradas, no estaría siquiera nombrándola al pasar. No voy a nombrarla mas, lo repito. Ella desapareció.
Y cuando digo “ella”, digo ella como palabra. Perdonen que sea infantil, pero “ella” para mi es y sigue siendo ella. No puedo pensar en un ella como cualquier otra persona.
No más “te extraño”. Me canse de esa frase alumbrando, como una tibia linterna, apagones de dimensiones inconmensurables.
“Te quiero” si que no va mas. Me canse de ver esa frase entre nosotros, besando la lona, victima de un feroz golpe de indiferencia que lo dejo, y lo deja, Nocaut.
De ahora en más mis palabras cambian de dueña (a ver quien las quiere)
Ahora yo decido sobre quien escribo.
De ahora en adelante, no más garabatos con su nombre.

lunes, 20 de agosto de 2007

Un beso en el Cuello (segunda parte)

Con sueño no se puede pensar y tengo sueño. Suerte que no necesito pensar.
Llegado el momento de decirte las cosas, hoy, no necesito pensar.
Porque ya pensé mucho en cada cara de las palabras, pensé como decirlas. Pensé también la manera en que las recibirías. Y en todos mis pensamientos las cosas variaron.
Cambie mi discurso cerca de un millón de veces. Hubo días en que pensé que lo mejor seria poner mis palabras de rodillas para que suban hasta donde vos lo permitas. Otras veces creí que lo mejor seria ser valiente y hablarte desde el lado del que supero lo que le dolía. Otras veces no pensé.
Hoy ya lo tengo resuelto.
Cayendo en la simpleza.
Te Extraño.


(En el día que te volví a ver cantar)

miércoles, 15 de agosto de 2007

Un beso en el Cuello

No quiero caer en la simpleza. Nunca llegue a ningún lado con la simpleza.
No me vengan con eso de que la vaya a buscar y le hable, con que le ponga cara a mis palabras. Voy a buscar la manera de poder solucionar las cosas. Y ojo que yo se que no es esta. Pero esta es la manera que hoy tengo de decir un poco de lo que tengo guardado.
No voy a caer en la simpleza, así empecé estas líneas y lo sostengo.
El problema no es lo que fue ella para mi, nada de eso. El problema es lo que es ella para mí.
Soy conciente de que su distancia es justa, se canso de mi manera de decir las cosas, de mi eterna predisposición a meterme en donde no debo, esta harta de mi incoherencia. Esta realmente exhausta de mí.
Y yo estoy cansado de ella. Estoy cansado de ella en otro lado, de ella a un millón de años de distancia, de ella esquivando mi mirada. Estoy cansado de comerme la cabeza pensando en como hablar con ella y llegar a la conclusión de que lo justo es justo y yo la perdí.
Es que un par de meses es muy poco para que se le calme el dolor de otro desplante mió.
Porque todos tienen un límite y yo sobrepase por mucho y muchas veces el de ella.
Porque le hice mil cosas. Por empezar, la quise como nadie.
Porque la quiero de cualquier modo en que aparezca, la quiero como amiga, como compañera. La quiero como lo que ella este dispuesto a ser conmigo, pero la quiero acá.
La quiero acá, y la quiero ahora.
La quiero ahora y la quise siempre
Las palabras me queman en la garganta y no aparece nadie que las merezca como ella.
Estoy tratando de decir algo de todo lo que me pasa.
Que se resume en dos palabras, pero no quiero caer en la simpleza, lo vuelvo a decir.
No quiero resumir la cantidad de cosas que me pasan en dos palabras, me parece injusto, me parece ingrato. No quiero que todos mis sentimientos lo representen de una manera tan exacta tan solo dos palabras.
Y por todo lo que te quiero, ahora te hablo a vos, dejo este posteo incompleto.
Porque no pude encontrar la manera de decirte que te extraño, sin decirte te extraño

domingo, 15 de julio de 2007

Homenaje

Que nadie se haga cargo
de los nombres ni de las descripciones.
Lo único cierto es ella. *

No se como paso, no se porque lo hice.
¿Quién me dijo, hasta convencerme, que tenía que crear un portal y mostrarle al mundo, o al menos a la ínfima parte del mundo que quisiera verlo, las cosas que yo escribo?
Culpo a alguien, porque creo conocerme un poco. Se, indefectiblemente, que no es posible que la idea de exponerme de esta manera sea mía. Por miedo, supongo.
Además estoy seguro que no fue idea mía, y valga la redundancia, porque fue, en definitiva, una buena idea.
Escribir libera. Es catarsis. Y saberte leído es vértigo y pudor.
Tal vez porque, quienes me conocen, sepan que desde mi egoísmo no pude escribir de nadie que no tenga que ver íntimamente conmigo. Todo personaje, en el escrito que fuera, esta cargado de mi esperanza, esencia y espíritu y de mis frustraciones, tristezas y angustias.
Encontrarme desnudo entre mis líneas es la sensación más estridente que tengo.
Y este lugar, donde ahogo mis penas en palabras desperadas porque las diga, es visitado por gente que me enorgullece.
No solo lo digo porque hoy tenga la dicha de saberme leído por la escritora mas importante de Bragado, y no me olvido de Maroni (tal vez porque la calle de mi casa lleve su nombre). Lo digo también por todos los demás que invierten su tiempo en mí.
Lo digo por Sebastián, emocionado por un cuento mió.
Por Juan Pedro, haciendo esfuerzos inconmensurables por mantener la atención en la pantalla, y poder leer.
Lo digo por Macarena, mirando con expresión dulce y los cachetes grandes y rosas y lindos y suaves.
Pienso en Jose y en Clara y sus caras serias y mis ganas de robarles una sonrisa para siempre.
Imagino a Leandro, leyendo y resoplando con rabia y apuro para poder cumplir conmigo y su función de amigo, y continuar con lo suyo.
Me refiero a la Turca, a la bellísima Eliana, mi nuevo descubrimiento, a la que guardo en mis altares como un tesoro, y ella no sabe.
Me acuerdo de Pedro y sus visitas sigilosas, sin que nadie se las pida, sin rastros de ellas entre los comentarios.
Lo digo por Gimena y sus posteriores palabras que quiero escuchar.
Por Manuela que es siempre necesaria y Magdalena y su sonrisa de oro y flores.
Lo digo por Leo y sus visitas como haciéndome un favor.
También hablo de la nueva personita que aparece en las mañanas, es dueña de mis tardes y esclava de las nuevas palabras, que estoy aprendiendo, y con el tiempo le diré.
Pienso en Cruz y su inteligencia, Juan y su sabiduría.
Pero mas pienso, perdónenme, en ella. Pero no solo en ella, ni en lo que fue ella. Mucho menos, imagínense, en lo que es ella hoy.
Pienso, si me permiten el enredo de palabras, en lo que pensara ella.
¿Se sabrá protagonista absoluta de todo lo que salio de mí en este tiempo?
¿Habrá entendido que acá esta todo lo que no le supe decir?
¿Habrá leído lo que hice por ella?
Si lo hizo, me entenderá y se sabrá dueña de todos los escritos.
Si lo hizo, habrá aprendido que la distancia es, tan solo, la manera más cordial que encontré, para comunicarme con ella.

*Introducción: idea original "Los Traidores" de Eduardo Sacheri

martes, 19 de junio de 2007


La pregunta cruzo el aire y me golpeo el pecho.
-¿Soy mala?- suspiró- Decime la verdad, ¿crees que soy mala?-
Dude unos segundos.
-No, yo no creo que seas mala- tartamudeaba como un imbécil.
-Entonces, decime vos- siguió -¿Porque me sale todo mal?-
-No se...- respondí - El destino, supongo-
Mi respuesta carecía de todo lo que podía exigirsele a una de ellas en esta circunstancia.
Volvíamos, juntos, cada uno a su casa. La noche había sido similar a las demás, la ciudad no tenia demasiadas opciones para ofrecer y, siendo sincero, no creo que entretenga a nadie.
Ambos, con nuestros amigos, habíamos pasado una noche sin pena ni gloria.
Ella estaba, si la memoria no me falla (y puede que así sea, no suelo prestar demasiada atención en este tipo de detalles) con unas botas negras, calzas y una remera larga del mismo color. No me había percatado, hasta entonces, pero su atuendo concordaba de maravillas con la cara de velorio con la que regresaba a su casa.
Interrumpió el silencio en el momento exacto en el que estaba descubriendo rincones en su cara, que ahora se dejaban iluminar por los primeros rayos de sol de la mañana.
-Me quiero morir- resoplo.
Yo, que no soy nada bueno en las situaciones complicadas, solo atine a sonreír complice.
Me tomo de la mano.
Fuimos juntos en dirección a su casa. Si bien no habíamos acordado nada, no necesito pedirme que la acompañe para que yo lo haga. Puedo ser un mediocre, pero conozco lo que un hombre debe hacer en ciertas circunstancias.
Además ella estaba tan linda, que la sola idea de mirarla y llevarla de mi mano, provocaba en mi un vértigo extraño.
Su primer pregunta todavía merodeaba mi cabeza. ¿Quien habría sido el imbécil que hizo que, alguien como ella, se piense de semejante manera?
¿Soy mala me había preguntado?
Por un momento me recorrió el cuerpo unos enormes impulsos de frenarla y decirle que no, que no era mala. Que había tenido mala suerte, eso, mala suerte. Que yo la quería bien.
Pensé entonces en, por fin, animarme a decirle lo que sentía. A contarle, de una vez por todas, cuanto me gustaba hace tiempo. Por desgracia, solo junte coraje para comenzar a decirle cosas como, "ya vendrán tiempos mejores"
Dije una cosa con la que me recibí de tarado, "ese chico que esperas, seguro, que todavía no lo conoces, mira lo que te digo"
Pueden decirlo, soy un BOLUDO con todas las letras.
Doblando la esquina que anticipaba su casa la note igual de triste de como estaba cuando arrancamos la caminata.
Me despidió con un beso en el cachete mientras me agradecía la compañia.
Se dirigió a la puerta de su casa y coloco la llave en la cerradura.
Se giro a mirarme nuevamente y así me regalo los últimos segundos para gritarle lo que sentía.
No lo hice.
-Debo ser mala- concluyo, mientras cerraba la puerta

sábado, 9 de junio de 2007

Me despido con tanto amor (como puedo)

Voy a empezar esto como si fuera una carta de despedida.
Una carta de despedida que es, al menos, inusual. Llamarla inusual es una especie de justificativo, para que en esta carta no quepan rótulos tales como; insignificante, inútil. Mucho menos me gustaría que crean que es un último intento de recuperar terreno, un manotazo de ahogado.
Nada de eso.
Esto es simplemente, limítense a entenderlo de este modo, una carta de despedida inusual.
Es inusual porque de quien me despido no tengo noticias hace tiempo. Nos alejamos, y desde entonces las cosas cambiaron con vértigo. Nos quisimos. No me quiso, nos odiamos.
Me estoy despidiendo de alguien que no necesitó de esta carta para saberme fuera de carrera. Llevo escritas alrededor de 120 palabras inútiles a la vista de ella. No las quiere. No son necesarias para ella.
Son necesarias para mí.
En esto también es inusual esta carta.
Esta carta no tiene un destinatario claro. O tal vez si, pero se bifurca. Me despido de ella, pero me notifico de eso a mí.
Entonces estas palabras servirán de sentencia. Me condeno, ahora si, a darte por perdida. Veo hace tiempo todas las puertas cerradas, pero hoy las acepto.
Estoy aceptando la realidad. No hay primavera con vos. Si este invierno fue malo, el próximo también, y tal ves peor, mas frió, más triste. En un año cabe un solo septiembre y hoy acepto que no vuelve.
Con esta carta, incluso, abro los ojos y entiendo que nuestro septiembre quedo atrás. Es parte de otro calendario que deshoje día a día. Mes a mes.
Entonces, ese, mi presente perfecto se volvió pasado. Se añejó con cada amanecer. Se alejó ese septiembre donde sembramos promesas, que nadie creyó. Solo nosotros. Solo yo.
Promesas que rompimos, por crueldad, por imprudencia.
Y esos chicos de la foto. Los que sonríen a la cámara.
¿Qué pensarían ese momento?
Seguramente, tan solo se esforzarían por salir bien.
Lo que ellos no saben, es que se están sacando una foto en un mundo de mentira. Que lo que ellos creen su mundo en realidad no lo es. Es una parte ínfima y errónea del mundo real. Están inmortalizando felizmente un error.
Que alguien le avise a él que todo va a terminar mal. Que no se ilusione. Que se saque esa idea de la cabeza de que, por fin, encontró el camino. Se va a dar la cabeza contra la pared, yo se lo que les digo.
Díganle a ella, por favor, que piense lo que esta haciendo. Con eso no se juega.
Que interrumpan esa foto. Que no la saquen.
Esta inmortalizando, solo, un mal recuerdo

(la foto, igual, me la guardo)

domingo, 27 de mayo de 2007

Jugué a imaginarme

Si me hubiera quedado en silencio, el día que jure estar creciendo, esta noche pesaría mi mente un poco menos. No llevaría a mis espaldas otra promesa rota.
Cuando te desperté, estabas radiante. No se que hizo que me atreviera a perturbar tu sueño.
Dormías, sonreías. Sonreías durmiendo. Soñabas sonrisas.
Jugué a imaginarme en tu sueño.
Corriendo, sin motivos. Corriéndonos.
La luna como trofeo, el sol como compañía. El pasto, tan verde y tan alto, testigos de la competencia que disputábamos. Nuestras caras, fieles reflejos de la necesidad de triunfar, al menos en algo.
Dejándote ganar la carrera lograba verte esplendida. Realizada.
Tu mirada no buscaba gente, no la necesitaba. Me tenía a mí. Solamente a mí. A mí y a una nube.
Llegábamos al mismo lugar por caminos diferentes. Me tomabas de la mano. Me regalabas un beso, segundos antes de que te lo pidiera.
Me decías te quiero y no necesitabas respuesta. No necesitabas de mi lo que no podía darte. No necesitabas nada de mi, solo que estuviera a tu lado.
Me querías.
Yo en tu sueño sin perturbarlo. Yo en tu sueño y vos radiante. Vos hermosa, yo jugando. Vos durmiendo, yo soñando

domingo, 20 de mayo de 2007

Retórica (ella seguro no va a estar)

¿Cómo le digo que no me sale ser mejor?
¿Cómo le explico que intento cambiar?
¿Cómo le cuento de mis esfuerzos por ella?
Si no me escucha.
¿Y si le cuento que pienso en ella todos los días?
No creo que, ciertamente, le importe. Solo sonreiría. Con eso sabe que me deja contento, especulando.
¿Me creerá cuando le diga que, siempre que deseo cambiar, lo hago por ella?
Sinceramente, en su lugar, no creería en mi.
Aunque esta vez sea cierto.
Es evidente. Soy una persona devorada por su inmadurez. Mis caídas recurrentes, en lugares comunes, no denotan real empeño.
¿Y si me sincero?
Voy y golpeo las puertas del cielo (o las de su casa)
Le muestro la nada que soy. Le oculto lo malo que puedo ser.
Pinto un cuadro, mareado, de lo que quiero ser.
Y en ese cuadro estoy yo, valiente y bien parado.
Estoy yo sabiendo lo que quiero.
En el cuadro estoy yo con el corazón abierto y pocas palabras.
Soy yo a las puertas de su casa

viernes, 11 de mayo de 2007

Deuda *

Una de las fuentes primordiales que, a mi entender, mueven al hombre son las necesidades. Y hoy estoy realmente conmovido por una de esas, que me llena el estomago de aire y la mente de nada, porque nada me queda.
Necesito pagarle a alguien una deuda que mantengo. Una deuda implícita y secreta, porque esta persona ignora la existencia de ella, como también ignora los esfuerzos que yo hago por pagarle.
Hasta el presente mantuve en secreto mi deuda.
Tal vez sea esta la vulgar manera que encuentro de retribuir lo que ella hizo y hace por mi. A ciencia cierta no se si es mucho, si es poco. Si alcanza o no. Ignoro también si soy capaz de hacer algo a la altura de las circunstancias.
Pero mi ansiedad no cesa. Debo, al menos, intentar pagarle.
Contraje esta deuda de a poco. Como quien extrae porciones de la luna, que parece no acabarse.
Día a día abrí mi mente para que la recorra y arme con lo que encuentre la mejor versión de mí.
Le perdí el miedo a su cara, no siempre alegre, y le exigí sonrisas aun cuando no estaba en su facultad darlas.
Descubrí que reía, el día que se rió de mí. Como si conociera las respuestas que debía darme ese día, que me vio en dos pedazos, y los demás.
Perdí la vergüenza a llamarla cada una de las veces que la necesite.
Descubrí que era frágil cuando ella, por fin, necesito de mí.
Perdí el miedo a la soledad en el mismo momento en el que aprendí el camino a su casa.
Descubrí que hoy es, mi amiga, mi hermana, mi mundo


*Idea original "Me van a tener que disculpar" de Eduardo Sacheri

sábado, 5 de mayo de 2007

Era lógico, era natural, era lo que correspondía. Era un perro viejo.
Era, sin duda alguna su más fiel compañía desde que paulatinamente sus hijos fueron dejando la casa familiar, para luego volver a poblarla de nietos los domingos.
Mariano tenía alrededor de 80 años y una vida hecha, era un hombre sencillo y sobre todo bueno. Era leal, sincero y honesto. Incapaz de dañar a nadie, pero también de pedir ayuda.
Enamorado cada día más de su mujer, a pesar de haber enviudado hace años.
La casa estaba vacía como nunca antes lo había estado, el ultimo de los hijos había abandonado la casa, y con el su mujer y su pequeña hija. Estaban solos, Mariano y su perro, que para estar a la par de sus hijos, solo le faltaba haber abandonado su casa junto con la adolescencia.
Pero el perro no, era el único que no había decidido irse. Era el único con el cual, Mariano tenía un pacto secreto de eterna compañía.
Paisano, así decidió llamarlo hacia ya alrededor de 12 años, al pequeño manto negro que a la larga se convertiría en un animal que jamás dejaría acercar a alguien hasta Mariano, que el presumiera con malas intenciones. Tal vez por ser quien mejor alimentó jamás a un perro, Mariano había ganado la confianza del Paisano, quien a cambio de su plato de comida todo los mediodías, sin hablar le juro a Mariano estar ahí cuando el lo necesite. Mariano lo sabia, ahí estaba su perro.
Las malas experiencias con perros anteriores hacían a Mariano temer que el perro se asomara a la calle. Creía, tal vez, que al conocer las maravillas mundanas de la ciudad el perro dejaría su casa y, con ella, el afecto y el lazo que entre ellos existía, para entregarse al lujo de la libertad y así destruirse. Cada mediodía el perro tenia su comida en el patio, y Mariano se limitaba a verlo desgarrar la carne con sus dientes cada día menos filosos y mas viejos, desgastados progresivamente de tener que lidiar con el esfuerzo de triturar lo que le ofrecían en un amoroso plato.
Nadie jamás entendió, la simpleza que unía a estos dos viejos, amigos, compañeros voraces y fieles, esperando jamás ser uno el que deba enterrar al otro. Ellos, creo, eran uno y uno era el destino que los esperaba. Al menos eso creían.
Paisano empezaba a deteriorarse mas rápido que su amo, las costras que habían aparecido en sus piernas se habían expandido entre su cuerpo, llegando al hocico, su pecho y orejas. Habían cubierto su vida, y la de Mariano.
Muchos veterinarios desfilaron por la casa de Mariano, tratando de mejorar la salud del perro que, pese al deterioro, siempre lograba levantarse al mediodía a degustar, con cada día más esfuerzo, la comida que Mariano preparaba.
Una mañana, Paisano, parecía estar despidiéndose de Mariano, rompiendo el pacto. Parecía dispuesto a, de unas ves por todas, dejarse morir para así lograr frenar esta agonía de días en penumbras entre la vida y la muerte.
Mariano, como cada mediodía, sirvió la comida y se sentó a mirar su perro, que estático, permaneció acostado sin fuerzas para alcanzar el plato.
A la tarde, el silencio se cortaba con aullidos de dolor del Paisano que cruzaban el aire.
Hasta que por fin, Mariano decidió cortar la agonía del perro, ordenando llamar a un veterinario para que le aplicara una inyección letal que permitiera al perro, su compañero, terminar su suplicio.
Los hijos de Mariano se encargaron de ejecutar su voluntad.
El viejo se limito a encerrarse en su habitación, para no ver la terrible ceremonia en donde su compañero seria muerto.
Ya eran las doce de la noche cuando sus hijos pasaron por la puerta de la habitación de Mariano a comunicarle que el perro yacía enterrado en el patio. La agonía había concluido.
A la mañana siguiente Mariano se levanto sonriente y se dispuso sobre la cocina.
Salio al patio y dejo sobre el piso, como cada día desde hacia ya 12 años, el plato de comida para Paisano, y se dispuso a ver comer a su perro.

lunes, 23 de abril de 2007

Primer POsteo


-aca es- dijo pedro, un hombre totalmente realizado, que si bien no había logrado irse a estudiar, trabajando logro vivir bien durante toda su vida.
A su lado estaba Federico que se había convertido en alguien en quien, nadie que lo hubiese conocido de chico hubiera creído, con un humor desagradable que hacia que entre sus pares, los médicos, fuera odiado.
Junto a ellos Felipe, que con sus 65 años encima había logrado todo en su vida, menos ser feliz. Era un prestigioso abogado, que prácticamente logro sacar adelante cualquier caso que se le planteara. Pero como dije, fuera de su estudio, solo de a ratos salía de su profunda depresión

-estas seguro- replico Federico, con cara de pocos amigos –no quiero que volvamos a equivocarnos, mi tiempo vale-
Todos se preguntaron porque había aceptado hacer ese viaje a Rosario.
Era claro que a el, aunque no lo demostrara, también le importaba volver a ver después de tantos años a Sebastián.
De el se sabia que había terminado la facultad con las mejores calificaciones y había viajado a España a probar suerte. Pero el capitalismo no había tenido los frutos que se esperaban, el progreso que se creía desmedido había tenido un freno abrupto y los ingenieros en computación una gran depresión.
La sociedad estaba exactamente igual que hacia casi 40 años, sin adelantos significativos.
De Sebastián se creía que estaba trabajando poco y que vivía con lo justo, pero a ciencia cierta nadie sabia que era de su vida.
Desde su partida poco quiso saber de Argentina.
En un comienzo se mantuvo comunicado por Internet, pero con el tiempo fue perdiendo contacto con todas las personas que había dejado en el país, que no eran muchas debido a que su familia directa, se fue con el a pocos años de su partida.
15 años sin una sola noticia.
Hasta ahora que alguien les dijo que Sebastián vendría con su familia a pasar las fiestas a Argentina, a Rosario, y decidieron viajar para verlo.
Si en esa casa se encofraba el seria la primera vez en muchos años que volverían a estar juntos los 4 integrantes de la banda que tenían en el secundario, y eso, en definitiva era lo que buscaban.

La separación había sido muy traumática para todos.
Pedro, con más de 60 años, aun seguía escuchando las grabaciones caseras de la banda.
Felipe fue el mas afectado en el momento, pero daba la sensación de que los logros posteriores lo habían hecho olvidar por completo que alguna vez integro una banda de rock.
Federico renegaba de ese pasado, hasta se avergonzaba, pero había quienes decían que en algún rincón de la casa, todavía tenía una guitarra, que solía tocar a escondidas, y hasta recordaba sus viejos temas.
De Sebastián como dije, no se sabía nada.

-Si, aca es- Dijo Pedro con una seguridad asombrosa –lo presiento-
Los 3 se dirigieron hacia el interior de esa casa quinta con una inmensa pileta en el frente.
El lugar, aunque ninguno se animo a decirlo, les recordaba a todos la vieja casa de Sebastián en Bragado, en donde ensayaron desde sus comienzos. Un lugar con mucho verde, alejado del centro de la ciudad, dueño de una pasividad increíble, con un silencio que solo se interrumpía dos veces a la semana, cuando los jóvenes se juntaban a dar todo de si en esas dos horas que nunca alcanzaban.

Desde ese momento y durante los 50 metros que separaban la tranquera de la casa todos recordaron diferentes situaciones de cuando eran jóvenes.

Pedro, por Ej., recordó los partidos de Ping-Pong antes y después de los ensayos, con tanta alegría, que se le distorsiono la historia y en sus recuerdos el siempre ganaba.
Felipe en cambio, sintió en estos pasos que lo separaban de Sebastián, algo similar a lo que sentía cuando esos pasos eran los que lo separaban del escenario. Una Mezcla de nervios y muchas ganas que solo se traducía en adrenalina.
Federico recordó algo que le hizo escapar una sonrisa, similar a la de un niño, que se empeño en disimular.
Algo les hacia sentir que la distancia que separaba la tranquera de la casa, no eran simplemente metros, eran años, muchos años.
Hasta que por fin ahí estaban, frente a frente, contra la puerta.
Se quedaron un instante, esa puerta los separaba de Sebastián, pero también los separaba de su juventud y de su antigua y sincera felicidad.
Pero ellos todavía no lo sabían.

-¿Quién toca?- Pregunto Felipe
Pedro se arrimo hasta la puerta y le dio tres golpes secos.
La puerta se abrió de par en par, y ahí estaba, frente a ellos.
Ninguno podía salir de su asombro y nadie atino a decir nada, solo hubo silencio y una lagrima interna, joven, en cada uno de ellos.
Sebastián dudo sobre a quienes tenia en frente, hasta que se decidió a abrazarlos.
Sin duda eran ellos y ese el momento que deseaban.
El silencio se interrumpió con una invitación a pasar.
-Los extrañaba- dijo Sebastián mientras corría hacia la otra habitación en busca de quien sabe que.
Tenían mucho de que hablar, pero también mucho tiempo para hacerlo. Sebastián les comunico primero que nada que ya no volvería a irse, que ya era un hombre grande y que estaba necesitando echar raíces.
Todos se presentaron como si nunca hubiesen estado juntos, como si no se conociesen.
Y era lógico, ya que el tiempo poco había dejado de esos amigos de la infancia.

-Tengo algo que mostrarles- dijo Sebastián -¿no creían que me había olvidado de ustedes verdad?- pregunto con un castellano extraño, como mezclado durante su larga estadía fuera del país.
Apoyo una pesada carpeta negra y empezó a ojearla.
Todos se acercaron a mirarla.
-Aca tengo todo lo de la banda, desde folletos hasta fotos- explico – ¿que dirían del prestigioso abogado si vieran estas imágenes?-
Los 4 se rieron del pelo alborotado y ensortijado de Felipe en esa época.
-Ya se vislumbraba la calvicie- bromeo Pedro mientras acariciaba la brillante cabeza de Sebastián.
-Hay algo mas que quiero mostrarles- Todos siguieron a Sebastián hasta un pequeño cuarto en el fondo.
Ahí estaba, cubierta por una extensa y gruesa capa de tierra, su batería
Todos se sorprendieron al verla, para ser sinceros los tres sospecharon que se había desecho de ella ni bien partió a la facultad, o por lo menos cuando se fue a España.
Pero no fue asi, ahí estaba.
-La armamos hace un par de días con mi sobrino, quiere empezar y que yo le enseñe, no entiende que ya estoy viejo-
Al mirarse los 4 realmente notaron que estaban viejos.
El silencio invadió el cuarto.
-¿ustedes creen que si hubiéramos seguido tocando las cosas hubieran sido diferentes?- pregunto Sebastián.
Los cuatro se detuvieron a pensar y con ellos se detuvo el tiempo, que antes, cuando tenían 16 y 17 años se les había escapado de las manos prácticamente sin disfrutarlo.
Y en ese instante, preciso en el que los 4 repasaron su vida, respondieron al mismo tiempo:
-Si, hubiéramos sido Felices-