domingo, 26 de octubre de 2008

El Facundo (civilización y el Indio)


Ayer en capital me di cuenta que te extrañaba. Porque me acordé que no me gustaba capital. Y no es que ahora me guste, pero me la banco más. Pero antes no me la bancaba ni medio. Por eso elegí Junín para estudiar.
Y en eso de Junín tenés que ver vos. Porque vivía con vos.
Acá, en capital, me di cuenta que te extrañaba. Compartiendo unos días con mí hermana.
Y no es lo mismo Facu, no nos llevamos igual. Con vos era todo mucho más fácil. Y cuando digo fácil, digo también divertido.
Entonces ayer mismo caí en la cuenta de que no va a haber más chorizos del Cola ni un tano insoportable en la casa de al lado. Que jamás va a existir otro equipo de música que alterne Los Redondos con Soda y las canciones de Callejeros con las de Drexler, como el tuyo.Que nadie del mundo se anima a cortar la paz de la medianoche, como nosotros, a carcajadas escuchando a Dolina.
Que no existen dos tipos que canten a dúo y acompañen tan bien al negro Oro, aunque piensen que es un viejo facho.
Porque me di cuenta que nadie prepara el jugo Tang como vos y que nadie usa la olla Essen como yo. Que nadie, en el siglo XXI, deja siempre la puerta sin llave como nosotros (total, ¿que nos podía faltar?).
Me di cuenta, también, que desde que dejé la carrera nunca más nos juntamos a tomar unos mates. Y tus mates se merecen un paréntesis importantísimo. Nadie, y esto si que es seguro, ceba mejores mates que vos Facundo. Pero nadie.
A ver si te hace acordar a algo. Mesa, mantel, luz que entra por la ventana, através de la cortina de juncos. Vos cebando mates, yo comiendo masitas con pate. De fondo el equipo sonando bajito y nuestras charlas. Vos contándome alguna genialidad del Indio, yo contándote detalles del escote de alguna compañera de Derecho Político.
Fotocopias resaltadas con amarillo desparramadas por la meza y tiempo. Tiempo que pasaba sin que ninguno de los dos estudie demasiado.
Esas eran nuestras tardes.
Y yo extraño esas tardes.
Ayer me di cuenta.