miércoles, 30 de julio de 2008

Camino a Roma


Hoy caí en la cuenta que no existen días en continuado con vos. Que se podrá dar que pasemos una tarde juntos, o dos. Pero cada un tiempo muy largo. Y nunca supe, a ciencia cierta, si sé esperar.
Creo que una vez esperé algo. O a alguien. Pero no me acuerdo.
Lo que no sé, tampoco, es si se puede esperar algo que no es seguro. O sea, uno espera que llegue navidad, por ejemplo, porque todos los 25 de diciembre llega. Pero no se si se puede esperar algo de lo que no se tiene certeza. Lo que es seguro es que no es sano. Por lo menos no es sano vivir esperando algo.
Y sin embargo te espero. O espero el momento en que podamos compartir esas tardes juntos.
Espero entonces.
El momento en que por fin me digas que vos buscas lo mismo que yo. Para buscarlo juntos.
Para que deje de una vez por todas de ser el viernes que te ví. por última vez.
Te espero entonces. Y propongo también.
Propongo que hagamos nuestras vidas, completas, austeras. Pero prometiéndonos desde ahora un tiempo para estar juntos. No importa cuando. Pero hagamos esa promesa que me permita soñar con estar juntos. En la cima vertiginosa del tiempo. Donde yo me calzo la ropa dorada y soy anillo y vos mi perla. Juntos aunque en ese tiempo signifique solo tomar café y mirar pasar la vida. Masticando bronca porque te encontré, a pesar de sus vueltas.