viernes, 25 de mayo de 2012
No más tiros
No más tiros y a la trinchera, me dije. Y en ese momento me di cuenta que yo nunca supe nada acerca del arte de esperar agazapado, expectante. Que siempre fui bueno en las artes del combate cuerpo a cuerpo, en ir para adelante. Hubo veces que fui con mejores armas y obtuve buenos resultados. Otras veces fui con menos armas y hasta desarmado. De estas últimas me traje derrotas escandalosas, otras muertes dignas y en mi ley, pero también alguna sorpresiva victoria.
Pero nunca, nunca supe nada de desensillar, de retroceder, de guardarme.
A esperar en el pozo, sin asomarse. Y basta de tirar tiros. Me repetí. Porque las novedades en el frente no son buenas. Hay tropas ingresando, que no son las nuestras, al territorio deseado y llegan con ánimos y posibilidades de conquista. Y uno, que llega tan cascoteado, con tan pocas armas y con tantas guerras en la espalda, ya no resiste otro combate. Por eso hay que resguardarse.
Asomar la cabeza en el fuego cruzado entre los otros dos frentes es perder. Cualquier bala te hiere de muerte. Sobre todo cuando ambas fuerzas en disputa tienen un aliado tan fuerte y que te conoce tanto. Gente con la que ya combatiste. Por eso es importante que la trinchera quede lejos también de las viejas guerras, de las balaceras.
Ahora bien, puede pasar que desde la trinchera me toque ver como otros ganan mi batalla. Y ahí sí, seré un soldado en campo minado y conquistado por otro. Si eso pasa, me convertiré en el perdedor de la guerra y todos saben lo que eso significa. Voy a ser el tipo que, desde una trinchera y sin armas, ve pasar su objetivo de la mano de otro. Y si eso pasa, una bala me habrá alcanzado. Y seguro que por dentro me desangro.
miércoles, 9 de mayo de 2012
Lo que no corresponde
Hagamos lo que no corresponde. Lo que está mal. Lo que nadie apoyaría que hiciéramos. Lo que no le gusta a nadie. Lo que nadie quiere que hagamos, porque no corresponde.
Hagamos de cuenta que es cierto eso de que nuestra relación no se vive porque no corresponde. Porque en principio es así, no corresponde. No se puede. Porque en el medio hay mucha gente y algunas personas en particular. Porque fijarse en vos está mal y fijarse en mí está peor. Fijarse en mí está mal porque cualquiera lo sabe y está a la vista. Fijarse en vos está mal porque es casi un cliché. Y porque no corresponde.
También podemos seguir como hasta ahora. Amigos y a los abrazos, aunque muchas veces eso tenga gusto a poco. Vos podes seguir con la mentira de que no podemos empezar nada porque no corresponde y yo puedo seguir con la farsa de que te creo. Es mucho más placentero y menos comprometido. Peor sería sentarnos a charlar y que me digas que no te pasa lo mismo, que no tenés ganas.
Siempre va a ser mejor hacernos los distraídos y los buenos. Los distraídos a los que algo les pasa, poco, que no saben bien. Los buenos que no lo viven porque no corresponde. Eso es mejor.
Aunque mejor es hacer lo que no corresponde.
martes, 13 de marzo de 2012
Taza
Lleva quince minutos con la vista clavada en la taza y por más que intenta no puede ver otra cosa que eso. Una taza. Entonces no puede evitar sentirse engañado. Porque está claro que en ningún lugar eso significa más que una taza, se dice, que no me mientan.
Levanta la vista. Está solo. Encima se fue, piensa. Vuelve a poner la vista en el fondo de la taza. Sigue sin entender. Se pone de pie y camina en dirección a la puerta. Vuelve sobre sus pasos. Mira a la taza desde otro ángulo. Es lo mismo.
Son pavadas, puras pavadas, concluye. Y toma la puerta en dirección a la calle. No va a creer en eso. Y si no, que alguien le explique cómo es que dice que ella no vuelve la borra de ese café.
Levanta la vista. Está solo. Encima se fue, piensa. Vuelve a poner la vista en el fondo de la taza. Sigue sin entender. Se pone de pie y camina en dirección a la puerta. Vuelve sobre sus pasos. Mira a la taza desde otro ángulo. Es lo mismo.
Son pavadas, puras pavadas, concluye. Y toma la puerta en dirección a la calle. No va a creer en eso. Y si no, que alguien le explique cómo es que dice que ella no vuelve la borra de ese café.
sábado, 18 de febrero de 2012
Instrucciones
No te apures más. No bajes los brazos ante la primer negativa. No pongas como excusa a terceros. No te des gustos menores en el camino por más que parezca que es lo que te tocó. A veces conviene esperar para volver a intentarlo. No todas las puertas están tan cerradas como parecen en un principio. No todos los “no” son una sentencia. Siempre es mejor volver a intentarlo.
Siempre y cuando creas que vale la pena.
Siempre y cuando creas que vale la pena.
lunes, 13 de febrero de 2012
Cáscara
Todo lo que se ve es la cáscara. Claro que se trata de una cáscara fantástica y que conformaría a cualquier fulano. Todo lo que vemos y lo que conocemos es eso. Porque de eso se encargó durante años. Dedicó mucho esfuerzo en que nosotros creamos que esa cáscara es ella.
Entonces será fría como las peores mañanas del primario y dirá todo el tiempo eso que vos no querés escuchar. Hasta parecerá, por momentos, que disfruta reventando los globos de las ilusiones que despierta sin querer e inevitablemente. Probablemente le conozcas la sonrisa cuando te sople el castillo de naipes.
Yo creí durante años que eso era ella, a pesar de que el tiempo le trajo algunos matices. Aunque la haya visto cantar, cocinar y hasta quedarse quieta sin que parezca que está tramando algo. Tuve oportunidad, incluso, de verla contenta y que se le note. Hasta alguna vez se le escapó algún mimo.
Yo había decidido, en primera instancia, sostener todo vinculo por la llamativa belleza de lo que hoy se que es la cáscara. Después tomé cariño por esa que es en los momentos en donde parece que te toma con respeto y vos podes hablarle de igual a igual, sacarte el miedo.
Hasta que se abrió y me tocó escucharla. Y cuando digo “me tocó” aclaro, me tocó en suerte. Escucharla contar cosas de ella que nadie que no las sepa puede imaginárselas. Ver que todo lo difícil que es ella para mi, fue la vida con ella. Que se ríe de quien se rió de ella primero. Que está dando una batalla en silencio y la va ganando. Que se reconoce dueña de unos padres maravillosos. Que tiene una cicatriz pequeña en la cara y otra grande en el pasado y ninguna se ve, porque ella les ganó tapándolas para siempre.
Ahí la cuestión es difícil. Porque uno puede sortear cualquier encanto al verla pasar. Puede zafar de cualquier enredo incluso cuando se frena y te permite conocer algunos de sus matices. Yo venía sobrevolando el error de detenerme en ella. Hasta que vi partirse la cáscara.
Entonces será fría como las peores mañanas del primario y dirá todo el tiempo eso que vos no querés escuchar. Hasta parecerá, por momentos, que disfruta reventando los globos de las ilusiones que despierta sin querer e inevitablemente. Probablemente le conozcas la sonrisa cuando te sople el castillo de naipes.
Yo creí durante años que eso era ella, a pesar de que el tiempo le trajo algunos matices. Aunque la haya visto cantar, cocinar y hasta quedarse quieta sin que parezca que está tramando algo. Tuve oportunidad, incluso, de verla contenta y que se le note. Hasta alguna vez se le escapó algún mimo.
Yo había decidido, en primera instancia, sostener todo vinculo por la llamativa belleza de lo que hoy se que es la cáscara. Después tomé cariño por esa que es en los momentos en donde parece que te toma con respeto y vos podes hablarle de igual a igual, sacarte el miedo.
Hasta que se abrió y me tocó escucharla. Y cuando digo “me tocó” aclaro, me tocó en suerte. Escucharla contar cosas de ella que nadie que no las sepa puede imaginárselas. Ver que todo lo difícil que es ella para mi, fue la vida con ella. Que se ríe de quien se rió de ella primero. Que está dando una batalla en silencio y la va ganando. Que se reconoce dueña de unos padres maravillosos. Que tiene una cicatriz pequeña en la cara y otra grande en el pasado y ninguna se ve, porque ella les ganó tapándolas para siempre.
Ahí la cuestión es difícil. Porque uno puede sortear cualquier encanto al verla pasar. Puede zafar de cualquier enredo incluso cuando se frena y te permite conocer algunos de sus matices. Yo venía sobrevolando el error de detenerme en ella. Hasta que vi partirse la cáscara.
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