domingo, 15 de julio de 2007

Homenaje

Que nadie se haga cargo
de los nombres ni de las descripciones.
Lo único cierto es ella. *

No se como paso, no se porque lo hice.
¿Quién me dijo, hasta convencerme, que tenía que crear un portal y mostrarle al mundo, o al menos a la ínfima parte del mundo que quisiera verlo, las cosas que yo escribo?
Culpo a alguien, porque creo conocerme un poco. Se, indefectiblemente, que no es posible que la idea de exponerme de esta manera sea mía. Por miedo, supongo.
Además estoy seguro que no fue idea mía, y valga la redundancia, porque fue, en definitiva, una buena idea.
Escribir libera. Es catarsis. Y saberte leído es vértigo y pudor.
Tal vez porque, quienes me conocen, sepan que desde mi egoísmo no pude escribir de nadie que no tenga que ver íntimamente conmigo. Todo personaje, en el escrito que fuera, esta cargado de mi esperanza, esencia y espíritu y de mis frustraciones, tristezas y angustias.
Encontrarme desnudo entre mis líneas es la sensación más estridente que tengo.
Y este lugar, donde ahogo mis penas en palabras desperadas porque las diga, es visitado por gente que me enorgullece.
No solo lo digo porque hoy tenga la dicha de saberme leído por la escritora mas importante de Bragado, y no me olvido de Maroni (tal vez porque la calle de mi casa lleve su nombre). Lo digo también por todos los demás que invierten su tiempo en mí.
Lo digo por Sebastián, emocionado por un cuento mió.
Por Juan Pedro, haciendo esfuerzos inconmensurables por mantener la atención en la pantalla, y poder leer.
Lo digo por Macarena, mirando con expresión dulce y los cachetes grandes y rosas y lindos y suaves.
Pienso en Jose y en Clara y sus caras serias y mis ganas de robarles una sonrisa para siempre.
Imagino a Leandro, leyendo y resoplando con rabia y apuro para poder cumplir conmigo y su función de amigo, y continuar con lo suyo.
Me refiero a la Turca, a la bellísima Eliana, mi nuevo descubrimiento, a la que guardo en mis altares como un tesoro, y ella no sabe.
Me acuerdo de Pedro y sus visitas sigilosas, sin que nadie se las pida, sin rastros de ellas entre los comentarios.
Lo digo por Gimena y sus posteriores palabras que quiero escuchar.
Por Manuela que es siempre necesaria y Magdalena y su sonrisa de oro y flores.
Lo digo por Leo y sus visitas como haciéndome un favor.
También hablo de la nueva personita que aparece en las mañanas, es dueña de mis tardes y esclava de las nuevas palabras, que estoy aprendiendo, y con el tiempo le diré.
Pienso en Cruz y su inteligencia, Juan y su sabiduría.
Pero mas pienso, perdónenme, en ella. Pero no solo en ella, ni en lo que fue ella. Mucho menos, imagínense, en lo que es ella hoy.
Pienso, si me permiten el enredo de palabras, en lo que pensara ella.
¿Se sabrá protagonista absoluta de todo lo que salio de mí en este tiempo?
¿Habrá entendido que acá esta todo lo que no le supe decir?
¿Habrá leído lo que hice por ella?
Si lo hizo, me entenderá y se sabrá dueña de todos los escritos.
Si lo hizo, habrá aprendido que la distancia es, tan solo, la manera más cordial que encontré, para comunicarme con ella.

*Introducción: idea original "Los Traidores" de Eduardo Sacheri