miércoles, 14 de mayo de 2008
Desvelo
Apago la computadora y me acuesto. Me levanto enseguida, prendo la computadora y mientras espero que arranque preparo un café.
Aparece de fondo de escritorio la tapa del último CD de Drexler. Todo en orden. Abro el Word. La enorme pagina en blanco rodeada por dibujos, botones, cosas que no voy a entender ni usar nunca.
Todo eso y estas palabras para redondear lo que esta pasando ahora. Lo que soy en este precioso momento. Yo sentado, dispuesto a escribir.
¿Sobre que?
Algún lector de esos intrépidos, rápidos, que me conozcan sabrá que la pregunta no es exactamente esa. La pregunta es ¿sobre quién?
Porque, el cuando, es ahora, esta claro. Este texto se desarrolla conmigo, con cada una de las letras. Incluso las que borro.
Soy este, encorvado sobre el teclado, con la nariz casi pegada a la pantalla. Con dolor en la espalda, en alguna muela. Con los dedos digitando letra a letra casi sin equivocarse, a pesar de tener la vista fija en la pantalla.
Soy quien hizo todos los escritos en Ruido del mundo. El que vivió todo esto. Pero ya no soy el mismo.
Soy el que lo sintió, pero ya no lo siente. Porque ya casi no siente.
Y en este desvelo donde soy esta cara iluminada de frente por un monitor y de costado por la poca luz de luna que se cuela por la persiana. Donde nada pasa y todo cambia. O lo que pasa es que nada cambio y las cosas que creo enterradas vuelven y me despeinan.
Hoy vuelvo a romper promesas, porque de quien escribo, prometí no volver a hacerlo.
Que de tanto pensar en mi pasado mi presente es tan solo ser este tipo que escribe y escribe, letra por letra un texto que es solo el preámbulo de una confesión.
Soy lo que esta entremedio de esta frase y el silencio.
Cada vez la extraño más
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