sábado, 22 de marzo de 2008

Federico se fue a estudiar


Federico se fue a estudiar y viene poco.
Viene poco por que La Plata queda lejos, es un viaje largo. Es caro, no es fácil venirse de La Plata.
Pero este fin de semana vino. Porque es largo. Tiene el jueves y el viernes libre. Tiene el sábado y el domingo y además el lunes. Se justifica el viaje.
Esta estudiando ingeniería y yo creo que va a ser ingeniero. Porque lo conozco. Se lo que hace cuando tiene una meta. Se de su sacrificio. Y se también las cosas que no hace cuando tiene una meta. Como bajar los brazos, por ejemplo.
Si me concentro puedo imaginarme una casa grande y celeste. De dos pisos y cuatro ventanas que dan a la calle, dos en cada piso.
La puerta es blanca y esta cerrada. La casa luce, como un prendedor, una placa dorada hecha de esfuerzo que reza Federico Golfetto, Ingeniero. Cuando descubro eso, la puerta se abre. Como se abren siempre las puertas de la casa de un amigo.
No me hace falta concentrarme para recorrer la casa. El piso es cuadriculado. Negro y blanco, como un tablero de ajedrez. En una punta esta Federico con su novia Florencia como el rey y la reina. Se que es ella porque conozco la mirada de Federico y todavía le brillan los ojos cuando mira a Florencia. Como cuando me contaba que se había enamorado mientras la miraba charlar con sus amigas del otro lado la de plaza.
La casa es un simple cuadrado. Ellos en una punta, yo en la opuesta. No tiene demasiada importancia. Él se las arregla para que no necesite estar cerca para verlo con una sonrisa enorme.
Porque él me enseño eso.
A verlo sonriente a pesar de que esta lejos.

La suerte que te mereces, el éxito que te toque y un simple gracias que resume lo que sos con parte de la admiración que te tengo.




* El siguiente texto fue creado por Federico Golfetto. Y me parece correcto que cierre el escrito que hice para él.


Buen momento para preguntarse que hacemos con 18 años tratando de llevar adelante nuestra vida independientemente de la familia, si hasta hace muy poco tiempo la vieja le hacia todo; lavaba, planchaba, cocinaba, hacia la cama, iba al super, entre otras cosas; y papi nos daba la plata para salir, cuando tenía.
Pensar que con 18 años para algunas cosas sos grande y para otras muy chiquito. Pensar que te juzgan y te apuntan por todo, o por casi todo. Pensar que te vas a vivir solo. Pensar que crees que te las sabes todas y cuando vas a cocinar unas salchichas el agua se te pasa, o las sacas crudas, o peor aun, reventadas. De todo eso se aprende mucho, sin dejar de lado la diferencia entre la escuela secundaria y la facultad. En el colegio secundario muchos terminamos diciendo “Profe”, en la facultad es como tu profesor quiera. En la escuela secundaria nos daba vergüenza hablar delante de todos nuestros compañeros a la hora de dar una lección, y éramos 30, ahora esperamos que se vaya esa vergüenza porque somos 180 y desconocidos. El “Padrino” del curso ahora es el “Titular de cátedra”, y sin ir mas lejos la practicante, es ahora, la jefa de trabajos prácticos.
Nunca podemos olvidarnos de nuestros amigos, siempre van a estar. Ellos son los que si te molestan te ayudan a sentirte bien y sabes que siempre vas a poder contar con ellos, mas allá que haga 30 años que no lo ves, siempre van a estar.
Y como olvidarse de la primera novia, en ese momento sentimos, como muchos dicen, mariposas en la panza. Fue, es y será inolvidable.
Pero bueno, como dice la canción; el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos…
Yo diría que el tiempo está pasando y ojalá que me ponga viejo…