sábado, 20 de diciembre de 2008

Suerte


Suerte en el examen. La matemática es puta, podes saber un montón pero si justo esos problemas no te salen fuiste. A otra cosa, a marzo. Así que suerte. Entra a rendir tranquila, relajada. Pregunta todas las dudas que tengas. Siempre algo a los profesores se les escapa. Más si es a una alumna tan buena como vos, que se la llevo de casualidad por la porquería esa de los integradores.
¿Te dejan usar las formulas? Entonces mas a mi favor. Revisa si la aplicaste bien hasta que estés súper-segura, y revisa una vez más después. Tomate tu tiempo.
Bueno corto así no interrumpo más. Te dejo este último ratito para repasar.
Era solo para esto que llamaba. Me lleve matemáticas toda mi vida, así que te imaginaras que de rendirla en diciembre se bastante.
Te dejo esos consejos solos, de amigo.
Ahora si, corto. Ya lo dije hace un ratito y no corté. Me gusta hablar con vos, aunque sea por teléfono y para desearte suerte con un examen.
Corto, corto. Chau che.
Era eso solo, desearte suerte con el examen. Porque debes estar nerviosa. Y por eso te deseo solamente suerte y no digo más nada.
Porque supongo que por eso de los nervios te olvidaste que ayer fue mi cumpleaños.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Fuerza Gordo


Fuerza Gordo. No es un consuelo. Ya sé. No es un alivio. O si.
Mal de muchos consuelo de tontos. Dicen. Y vos no sos ningún tonto. Pero este mal si que es de muchos. De nosotros por lo menos. Tus amigos.
Ojalá no caiga en lugares comunes. Que la emoción de escribirte no me lleve a decirte cosas que ya sabés y no tiene sentido repetirlas. O si. Estamos con vos. Ya sabés.
Y vamos a estar siempre. Anda sabiéndolo.
Porque el dolor es inmensamente mayor y nosotros no lo podemos tapar. Pero tampoco se trata de eso. Ahora se trata de vos. Y de nosotros y nuestra labor de amigos para estar con vos. Porque te lo mereces.
Vas a salir adelante, esta claro. Estamos nosotros. Estas vos. Y esta él, que te cuida.

domingo, 26 de octubre de 2008

El Facundo (civilización y el Indio)


Ayer en capital me di cuenta que te extrañaba. Porque me acordé que no me gustaba capital. Y no es que ahora me guste, pero me la banco más. Pero antes no me la bancaba ni medio. Por eso elegí Junín para estudiar.
Y en eso de Junín tenés que ver vos. Porque vivía con vos.
Acá, en capital, me di cuenta que te extrañaba. Compartiendo unos días con mí hermana.
Y no es lo mismo Facu, no nos llevamos igual. Con vos era todo mucho más fácil. Y cuando digo fácil, digo también divertido.
Entonces ayer mismo caí en la cuenta de que no va a haber más chorizos del Cola ni un tano insoportable en la casa de al lado. Que jamás va a existir otro equipo de música que alterne Los Redondos con Soda y las canciones de Callejeros con las de Drexler, como el tuyo.Que nadie del mundo se anima a cortar la paz de la medianoche, como nosotros, a carcajadas escuchando a Dolina.
Que no existen dos tipos que canten a dúo y acompañen tan bien al negro Oro, aunque piensen que es un viejo facho.
Porque me di cuenta que nadie prepara el jugo Tang como vos y que nadie usa la olla Essen como yo. Que nadie, en el siglo XXI, deja siempre la puerta sin llave como nosotros (total, ¿que nos podía faltar?).
Me di cuenta, también, que desde que dejé la carrera nunca más nos juntamos a tomar unos mates. Y tus mates se merecen un paréntesis importantísimo. Nadie, y esto si que es seguro, ceba mejores mates que vos Facundo. Pero nadie.
A ver si te hace acordar a algo. Mesa, mantel, luz que entra por la ventana, através de la cortina de juncos. Vos cebando mates, yo comiendo masitas con pate. De fondo el equipo sonando bajito y nuestras charlas. Vos contándome alguna genialidad del Indio, yo contándote detalles del escote de alguna compañera de Derecho Político.
Fotocopias resaltadas con amarillo desparramadas por la meza y tiempo. Tiempo que pasaba sin que ninguno de los dos estudie demasiado.
Esas eran nuestras tardes.
Y yo extraño esas tardes.
Ayer me di cuenta.

miércoles, 30 de julio de 2008

Camino a Roma


Hoy caí en la cuenta que no existen días en continuado con vos. Que se podrá dar que pasemos una tarde juntos, o dos. Pero cada un tiempo muy largo. Y nunca supe, a ciencia cierta, si sé esperar.
Creo que una vez esperé algo. O a alguien. Pero no me acuerdo.
Lo que no sé, tampoco, es si se puede esperar algo que no es seguro. O sea, uno espera que llegue navidad, por ejemplo, porque todos los 25 de diciembre llega. Pero no se si se puede esperar algo de lo que no se tiene certeza. Lo que es seguro es que no es sano. Por lo menos no es sano vivir esperando algo.
Y sin embargo te espero. O espero el momento en que podamos compartir esas tardes juntos.
Espero entonces.
El momento en que por fin me digas que vos buscas lo mismo que yo. Para buscarlo juntos.
Para que deje de una vez por todas de ser el viernes que te ví. por última vez.
Te espero entonces. Y propongo también.
Propongo que hagamos nuestras vidas, completas, austeras. Pero prometiéndonos desde ahora un tiempo para estar juntos. No importa cuando. Pero hagamos esa promesa que me permita soñar con estar juntos. En la cima vertiginosa del tiempo. Donde yo me calzo la ropa dorada y soy anillo y vos mi perla. Juntos aunque en ese tiempo signifique solo tomar café y mirar pasar la vida. Masticando bronca porque te encontré, a pesar de sus vueltas.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Desvelo


Apago la computadora y me acuesto. Me levanto enseguida, prendo la computadora y mientras espero que arranque preparo un café.
Aparece de fondo de escritorio la tapa del último CD de Drexler. Todo en orden. Abro el Word. La enorme pagina en blanco rodeada por dibujos, botones, cosas que no voy a entender ni usar nunca.
Todo eso y estas palabras para redondear lo que esta pasando ahora. Lo que soy en este precioso momento. Yo sentado, dispuesto a escribir.
¿Sobre que?
Algún lector de esos intrépidos, rápidos, que me conozcan sabrá que la pregunta no es exactamente esa. La pregunta es ¿sobre quién?
Porque, el cuando, es ahora, esta claro. Este texto se desarrolla conmigo, con cada una de las letras. Incluso las que borro.
Soy este, encorvado sobre el teclado, con la nariz casi pegada a la pantalla. Con dolor en la espalda, en alguna muela. Con los dedos digitando letra a letra casi sin equivocarse, a pesar de tener la vista fija en la pantalla.
Soy quien hizo todos los escritos en Ruido del mundo. El que vivió todo esto. Pero ya no soy el mismo.
Soy el que lo sintió, pero ya no lo siente. Porque ya casi no siente.
Y en este desvelo donde soy esta cara iluminada de frente por un monitor y de costado por la poca luz de luna que se cuela por la persiana. Donde nada pasa y todo cambia. O lo que pasa es que nada cambio y las cosas que creo enterradas vuelven y me despeinan.
Hoy vuelvo a romper promesas, porque de quien escribo, prometí no volver a hacerlo.
Que de tanto pensar en mi pasado mi presente es tan solo ser este tipo que escribe y escribe, letra por letra un texto que es solo el preámbulo de una confesión.
Soy lo que esta entremedio de esta frase y el silencio.

Cada vez la extraño más

sábado, 22 de marzo de 2008

Federico se fue a estudiar


Federico se fue a estudiar y viene poco.
Viene poco por que La Plata queda lejos, es un viaje largo. Es caro, no es fácil venirse de La Plata.
Pero este fin de semana vino. Porque es largo. Tiene el jueves y el viernes libre. Tiene el sábado y el domingo y además el lunes. Se justifica el viaje.
Esta estudiando ingeniería y yo creo que va a ser ingeniero. Porque lo conozco. Se lo que hace cuando tiene una meta. Se de su sacrificio. Y se también las cosas que no hace cuando tiene una meta. Como bajar los brazos, por ejemplo.
Si me concentro puedo imaginarme una casa grande y celeste. De dos pisos y cuatro ventanas que dan a la calle, dos en cada piso.
La puerta es blanca y esta cerrada. La casa luce, como un prendedor, una placa dorada hecha de esfuerzo que reza Federico Golfetto, Ingeniero. Cuando descubro eso, la puerta se abre. Como se abren siempre las puertas de la casa de un amigo.
No me hace falta concentrarme para recorrer la casa. El piso es cuadriculado. Negro y blanco, como un tablero de ajedrez. En una punta esta Federico con su novia Florencia como el rey y la reina. Se que es ella porque conozco la mirada de Federico y todavía le brillan los ojos cuando mira a Florencia. Como cuando me contaba que se había enamorado mientras la miraba charlar con sus amigas del otro lado la de plaza.
La casa es un simple cuadrado. Ellos en una punta, yo en la opuesta. No tiene demasiada importancia. Él se las arregla para que no necesite estar cerca para verlo con una sonrisa enorme.
Porque él me enseño eso.
A verlo sonriente a pesar de que esta lejos.

La suerte que te mereces, el éxito que te toque y un simple gracias que resume lo que sos con parte de la admiración que te tengo.




* El siguiente texto fue creado por Federico Golfetto. Y me parece correcto que cierre el escrito que hice para él.


Buen momento para preguntarse que hacemos con 18 años tratando de llevar adelante nuestra vida independientemente de la familia, si hasta hace muy poco tiempo la vieja le hacia todo; lavaba, planchaba, cocinaba, hacia la cama, iba al super, entre otras cosas; y papi nos daba la plata para salir, cuando tenía.
Pensar que con 18 años para algunas cosas sos grande y para otras muy chiquito. Pensar que te juzgan y te apuntan por todo, o por casi todo. Pensar que te vas a vivir solo. Pensar que crees que te las sabes todas y cuando vas a cocinar unas salchichas el agua se te pasa, o las sacas crudas, o peor aun, reventadas. De todo eso se aprende mucho, sin dejar de lado la diferencia entre la escuela secundaria y la facultad. En el colegio secundario muchos terminamos diciendo “Profe”, en la facultad es como tu profesor quiera. En la escuela secundaria nos daba vergüenza hablar delante de todos nuestros compañeros a la hora de dar una lección, y éramos 30, ahora esperamos que se vaya esa vergüenza porque somos 180 y desconocidos. El “Padrino” del curso ahora es el “Titular de cátedra”, y sin ir mas lejos la practicante, es ahora, la jefa de trabajos prácticos.
Nunca podemos olvidarnos de nuestros amigos, siempre van a estar. Ellos son los que si te molestan te ayudan a sentirte bien y sabes que siempre vas a poder contar con ellos, mas allá que haga 30 años que no lo ves, siempre van a estar.
Y como olvidarse de la primera novia, en ese momento sentimos, como muchos dicen, mariposas en la panza. Fue, es y será inolvidable.
Pero bueno, como dice la canción; el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos…
Yo diría que el tiempo está pasando y ojalá que me ponga viejo…

viernes, 11 de enero de 2008

Mil Palabras en la Boca.

Acostumbrado a vivir de desamores no puedo apreciar este momento de paz. De tanto pelear por causas perdidas llega el momento de replantearse el porque de mi lucha.
Todas libradas y perdidas, porque no gane ni una.
Llevo escritas miles de palabras en las que no pude enarbolar un solo triunfo.
Tengo que parar, y cuando pienso en parar aparece alguien. Y ahí vamos de nuevo.
Una nueva persona a la que tengo que decorar con palabras.Pero esta vez tiene algo de distinto. Puedo escribir en presente. Generalmente escribo en pasado, porque todo lo que tuvo importancia en mi vida es parte de mi pasado. O casi todo.
Y cuando toco fondo vuelvo un rato al presente a ver por mis costados, imaginar mi futuro. Darme cuenta que para salir a la hermosa superficie del presente hay que tomarse de la mano de alguien que habite en el. Y yo que estoy acostumbrado a entrelazar los dedos con gente del pasado que me esconde su mano, me doy una vuelta por el presente.
De nuevo una extraña suerte me convida con alguien, que irremediablemente pasara a ser pasado. Yo se eso, no lo ignoro. Pero vuelvo a cerrar los ojos y me lo niego. Después de todo alguna vez tendré la suerte de armar los cimientos de un futuro.
No quiero creer que debo acostumbrarme a que todo lo importante del presente vaya camino a ser enterrado irremediablemente en el pasado, por una especie de designio.
Yo quiero creer que hay algo mejor para mí, que no siempre voy a tener que olvidar.
En este presente aparece ella. No pienso en el futuro, pero desde ya me niego a que forme parte de mi pasado. Que se quede ahí por ahora, en el presente.
Yo se de duelos sentimentales y casi me acostumbro al dolor suave y en el pecho de las causas perdidas. No se de cómo pensar en un futuro con alguien, es cierto. Pero a lo mejor ella sabe y me enseña.
Me estoy volviendo a equivocar, yo se, no me lo digan.
¿Estoy escribiendo pronto sobre ella?
Puede ser, pero en una noche como esta no me puedo quedar con mil palabras en la boca.